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Disfruta la lectura.

Era sorprendente como conectaban de tantas maneras. Taeyong y Jaehyun parecían tener más en común de lo que habían pensado. disfrutaban de los mismos pasatiempos, mismas comidas y mismas ideas, pero sobre todo entendían lo dura y solitaria que podía ser la vida a veces.

Durante la noche Jaehyun le había contado sobre su vida, como había tenido desde niño un empleo tras otro y como había aprendido tantas cosas sobre el mundo yendo de allá para acá y viceversa. Todo lo que había visto y había conocido.

Por otro lado, Taeyong le hablaba de como había pasado toda su vida en la misma ciudad, como sus padres siempre le protegían y educaban hasta su ultimo día, pero también le hablaba acerca de sus vecinos, sus amigos y de como había salido adelante gracias a su talento artístico.

Jaehyun lo admiraba y Taeyong lo respetaba. La vida de ambos había sido difícil, pero claramente la de Jaehyun mas. Por eso no podía permitirse que siguiera sufriendo en las calles, además que el tampoco quería seguir solo... Quería un compañero, un amigo, un alma que comprendiera la suya y la cuidara también.

Fue así como al día siguiente Taeyong le pidió que no se marchara, que se quedara, que había una habitación que el podía usar y que no era necesario pagar una renta. Solo necesitaba su compañía, su amistad, su calor. Jaehyun comprendía el sentimiento con el que Taeyong le pedía quedarse, un joven noble y puro, pero solitario, preocupado, triste y abatido ¿Cómo podría dejarlo solo luego de haber sido su salvador?

Sin dudarlo, Jaehyun acepto, pero con la condición de que al conseguir un trabajo, le ayudaría con los gastos o al menos en lo que fuera posible. Al haber sido hecho ese acuerdo se dieron la mano y entonces comenzó su nueva vida juntos.

Con el tiempo Jaehyun fue adaptándose al entorno del menor. Sus vecinos eran agradables, buenas personas que lo recibieron con los brazos abiertos y le brindaban compañía cuando Taeyong no estaba, además de que al enterarse de todo lo que Jaehyun sabía hacer, no dudaron en recomendarlo por los alrededores. Le conocían como "el hombre de los mil usos". Una salvación para las amas de casa que tenían problemas mientras sus maridos trabajaban, igualmente para los hombres mayores. Poco a poco reunía dinero y comenzaba a trabajar en mas lugares hasta llegar finalmente a una fábrica de mecánica.

Consiguió nuevas amistades, un trabajo fijo, un sueldo decente y lo más importante, brindar apoyo económico a su salvador. Taeyong por otro lado no le importaba eso, solo disfrutaba de ver como el débil y pobre hombre que un día conoció, ahora volvía a ser el verdadero hombre que era, fuerte, tenaz y noble, pues siempre que podía ayudaba a otros que lo necesitaran, creando una cadena de favores una y otra vez. Esa era su recompensa, pensaba el pintor.

En sus ratos libres ambos disfrutaban charlando juntos, a veces ponían la música de la radio a todo volumen, bailaban y se divertían cocinando juntos, otras veces Taeyong aprendía de como Jaehyun reparaba las cosas en su hogar y también salían a hacer compras, pues lo que antes había sido un hogar con escazo mobiliario, ahora era toda una casa con alacenas, salas, comedor y demás. Era un hogar, era su hogar. No... Jaehyun era su hogar y Taeyong el de él.

Una tarde mientras Taeyong pintaba, Jaehyun muy curioso se acerco a observar. Cualquiera, incluso Taeyong pensaría que observaba con esa sonrisa el como la brocha se deslizaba sutil y cuidadosa por su lienzo, pero no. La única obra frente a los ojos del mayor era el mismo pintor.

No había nadie ni nada más hermoso que Taeyong... No había lienzo que se le comparara. De solo mirarlo su corazón se agitaba y sus mejillas tomaban un color rojizo, haciendo crecer su sonrisa y enmarcar esos hoyuelos tan característicos de él.

Mi amante es un pintor. - JaeYongDonde viven las historias. Descúbrelo ahora