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Aquel viento helado que se colaba entre mi espalda, como si de una memoria vaga llegando a mi se tratase, recorrió mi ser poro por poro, llevándome el recuerdo de aquel día de ese lluvioso abril.
Ese día, entre aquella llovizna que empapaba nuestros rostros y apelmazaba tu hermoso cabello cenizo, te atreviste a decir que te gustaba.
Lo dijiste con gran vergüenza en tu mirada, bajándola en el momento en el que me dejaste sin palabras. Noté como tus orejas se envolvían entre colores rojos, a pesar de que nuestro frio ambiente las reconfortaba.
Tomé con cariño tus hermosas mejillas, sintiéndolas tibias y sonrojadas. ¿Aquel calor provenía de tu cuerpo adaptándose al frio? ¿O era la situación que nos acunaba la que generara la fiebre de tus mofletes?
Y sin necesidad de que palabras mías salieran a responder la aclamante duda que empañaba a tus ojos, abracé tus suaves y contorneados belfos contra los míos. Aquellos tiernos labios que se encontraban helados a causa de la lluvia y el frio viento que los golpeaban.
Nunca olvidaría el sentimiento que experimenté cuando tus labios siguieron el camino de los míos, cesando después de compartir sus mas ocultos y puros sentimientos. Tus adormilados ojos ahora lucían tan despiertos, con un brillo cristalino que los adornaba.
Y te abracé. Te envolví entre mis brazos con el mas grande cariño del mundo.
Te convertiste en mi único y mas grande amor ese mismo día, mientras la llovizna aumentaba su fuerza, limpiando nuestros vacíos corazones y bañando de amor nuestras almas cansadas, pero que permanecían enamoradas.
Aquel día de lluvia en abril, se convirtió en la sinfonía que entrelazó a nuestros seres. Fue testigo de nuestros mas puros sentimientos, deseando que estuviéramos juntos hasta el final de tus dias.
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Un pequeño miedo que había conservado desde hace un tiempo ahora era real, y mas fuerte que esa primera vez.
Entre las solicitudes que había hecho para la universidad, solo una llegó a aceptarlo, y, aunque era una de las que mas quería, también era por la que mas había orado para que no lo aceptaran.
