1937.
Cangse-Wuxian de siempre espíritu etéreo y de una sonrisa prístina.
Iba por ahí caminando con una descarada despreocupación, dado que se encontraba entre la línea de la mocedad y de la adultez, pues era un estudiante de preparatoria, un chico con los ojos puestos en el cielo y con la boca comiendo el mundo. Como todo estudiante tenía en hombros aquella mochila negra, más que mochila un maletín de cuero negruzco.
Entre empujones suaves y abrazos rápidos, llegaron al puente que los conectaba a la escuela. Antes que el concubio adormezca el sol, los muchachos libertinos arrojaban piedras al estanque. Cada piedrita iba siendo escogida, las más delgadas eran las que más rebotaban en el agua, el sonido y la técnica les distraían tanto que los minutos pasaban corriendo. No tenían nada más que hacer, la noche era lo suficientemente larga como para hacer sus deberes de forma presurosa.
Más uno que otro paraba para aludir la belleza de aquellos omegas que pasaban por sus lados, el coqueteo venia de la mano con la pubertad de niños alphas que recién percibían los olores de aquellas fragancias de omegas que apenas aprendían a ocultar, vergonzosa situación.
Era bochornoso oír aquellos galanteos, los adultos reían algo acalorados, pues sabían que aquellos comportamientos que expresaban esos jovenzuelos eran solo otro paso hacia la adultez, ya que pensaban que era el comienzo del despertar de las necesidades biológicas que llevaban a un alpha a tener una pequeña manada propia, de tener sus propios lazos de sangre.
-para que vean, (...) oye, Wuxian.
Llamo de forma liviana con tintes de una flojera pesarosa.
-¿Qué?...
-oye, ¿sabes lo que me dijo mi hermano mayor?, (...) ¡oye, escúchame!
-¡ah!, como molestas, ¿Qué te dijo?
El muchacho suspiro con un deje de pavor.
-que pronto comenzaría una guerra.
-ya hay una guerra, genio.
-¡no!, una más explosiva, más peligrosa. Mi hermano dijo que esta olía a muerte masiva. Tengo algo de miedo, él tiende a acertar en todo lo malo, algunas veces desearía coserle la boca.
La ultima piedra cayó rompiendo la tranquilidad del agua... ¿una guerra más grande, eh?
1942
Con militares tras ellos, corrían por el barro dentro del seno floresta.
La lluvia era tramposa, el agotamiento metal y físico que no se notó en los primeros días de entrenamiento, comenzaba a doler.
El peso del tronco y más su propio peso era difícil de cargar y soportar. Cuando llegaron a la base, más precisamente al centro de entrenamiento, pudieron librarse de sus ataduras. Con el pulmón ardiendo y las piernas temblando, se tiraron en medio de la cancha dejando de lado los largos troncos de madera que fueron forzados a cargar mientras trotaban.
Pasó la media hora en la que fueron miserables, el agua por fin mitigaba el fuego que quemaba hasta la última célula, él y todos estaban más que felices por volver a la cama. Subiendo por las escaleras de cemento fino, se encontró con un grupo de tres alphas apoyados en los barandales, bloqueando el paso al pasillo de los dormitorios.
-oh, miren ahí esta, Wuxian.
Los olores amargos y casi vomitivos se dispersaron por toda la estancia, aquella ajena lengua filosa que raspaba con los dientes su nombre fue algo un tanto espeluznante de oír. El aroma provenía de aquel grupito de alphas, quizás buscaban pelea o tal vez solo cerrar con broche de oro su día humillando a otro sin razón aparente.
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Mangata: El camino por la luna
FanfictionÉl, a su veintena de años, había expuesto su apoyo a las marchas por los derechos de los omegas para que estos sean reconocidos como parte de la nación que lucho por la patria. Con su ingenio- y con tal vez el patrocinio de algunos omegas burócratas...