Estrellas, luces en el río y cotidianidad

68 7 9
                                    

Con el paso del invierno, el sol empezó a hacerse un hueco tímido en la nebulosa Londres; tu padre llevaba un par de días de poco trabajo, ni un solo caso sólo dedicado a sus experimentos y a tu cuidado. Era curioso, por que como yo si tenía un horario "predeterminado" contra todo pronóstico él pasaba mucho más tiempo contigo al día que yo. Supongo que en parte le hacían falta en esos periodos de relajación; aunque he de reconocer que cuando se alargaban empezaba a estar de mal humor de una manera casi constante; no es que fuera hiriente o mal padre, pero simplemente estaba de morros todo el día. Aquellos días eran un poco monótonos, pero nos hacían felices, porque teníamos más tiempo para estar contigo; nos gustaba ir hasta Hyde Park, dar un pequeño paseo rodeando el lago y sentarnos en la hierba a comer algo, supongo que era parte de la vida que también me gustaba hacer con tu padre antes de que nacieras; cuando vives rodeado de circunstancias extraordinarias tener un punto de regularidad estaba bastante bien.

Contra todo pronóstico, la primera semana de febrero no había llovido apenas, y nevó bastante poco; era viernes y tu padre nos llevó a comer el mejor fish & chips de la ciudad, al parecer el dueño le tenía cariño por que le había ayudado a colocar unas estanterías. Nos sentamos a la orilla del río con los cucuruchos de papel, ya comías sólido prácticamente solo y sin ayuda, aunque te manchabas como si te pagaran por ello. Estabas a punto de cumplir dos años y tu padre y yo apenas nos creíamos que pudiera estar pasando de verdad después de todo; entre aquellos grupos de familias y amigos, sólo éramos uno más; y a veces no resultar diferente es reconfortante.

- Hamish, mira cómo te pusiste toda la cara de kétchup.- Dijo tu padre con una pequeña sonrisa mientras te limpiaba los mofletes y la nariz con una de las servilletas del puesto mientras los dos os mirabais en silencio.-

Enérgicamente levantaste los bracitos hacia él, esperando que te aupara; con delicadeza tu padre te cogió del carro y te sentó sobre su regazo mientras tu mirabas las luces del río con una enorme sonrisa.

- Mira Hamish, eso de ahí es el río Támesis, y atraviesa toda la ciudad. Y dentro del río a veces hay barcos, como los de los piratas de los cuentos que te lee tu padre para dormir.- Dije yo con una sonrisa mientras tu señalabas emocionado las pocas embarcaciones recreativas que quedaban tras la puesta de sol en el río.-

- Pirata.- Dijiste señalando un barco al azar levantando una ceja exactamente igual que hacía yo cuando le recriminaba algo a tu padre o tenía dudas sobre cualquier tema.-

- Es idéntico a ti, Irene.- Susurró tu padre mientras te ajustaba bien la bufanda y el abrigo.- Da hasta un poco de miedo...

- Cuando la gente dice que se parece a ti no te quejas, genio.- dije yo apoyándome en su hombro con una sonrisa mientras él me arropaba con su brazo libre. Tu padre sonrió como contestación-

Caía la noche en Londres, era hora de volver a casa, pero no sin antes mirar al cielo; el firmamento estaba despejado y había luna nueva; por lo que se podían apreciar algunas tímidas estrellas en el centro de la ciudad. Me recordaba a cuando pasábamos temporadas en casa de mi tía en Bohemia, en medio del bosque se veían todas las estrellas del universo, o al menos a mí siempre me acompañó la sensación de familiaridad e inmensidad desde que estaba con tu padre. De repente, pasó un avión con sus luces, lo señalaste emocionado sin decir nada porque no conocías la palabra.

- Es un avión, Hamish, y vuelan en el cielo como los pájaros pero llevando gente de un lado a otro.- Dije con un pequeño susurro tomando tu manita pequeña.-

Levantaste las manitas hacia donde yo estaba, y te tomé en brazos; me diste un beso y después refunfuñaste un poco. Miré a tu padre, se estaba haciendo un poco tarde y empezaba a hacer frío; deduciendo la situación nos cubrió con un trozo de su abrigo tres cuartos mientras ponía los brazos alrededor de nosotros. Te quedaste dormido en unos escasos minutos, cosa que nos sorprendió bastante porque en cuanto al sueño se trataba habías salido a tu padre. Dormías fatal, a veces nada, otras veces mucho y era imposible dormirte a una hora prudencial. Más de una y dos noches tu padre había llegado a relevarme para mecerte y yo me había quedado dormida, pero tú no; simplemente te limitabas a acurrucarte en silencio contra mi pecho.

-Sherlock, tengo un negocio importante en Múnich en un par de semanas...-Dije con un susurro un poco preocupada.- No debería de contártelo, pero es el primero fuera de Inglaterra desde que el niño nació...

- Irene, si no estás convencida de que sea seguro no voy a decirte que tienes que ir si no quieres.- Dijo el firme mientras besaba mi cabeza suavemente.-

- No es que no esté convencida, la información es poder, y tener a un alto mandatario del BCE en la manga es una buena baza de información; muy valiosa... - suspiré y me quedé callada durante unos segundos, meditando mis palabras.- Toda esa información es para proteger a Hamish, no podemos dejar que le pase nada.-

- Irene...-susurró tu padre apoyando mi frente contra la suya mientras tu quedabas protegido del viento frío entre nuestros cuerpos.- Eres la mujer más increíble que ha pisado la faz de la tierra, la mejor madre que Hamish podría tener y la mejor compañera de vida que yo no merezco tener; si crees que este negocio es importante es porque lo es. Eres la mejor moviéndote en las áreas grises, y lo haces para proteger a nuestro hijo. Si tienes que volar a Múnich y pasar fuera de casa tres o cuatro días, yo puedo quedarme con Hamish...

- ¿Y si tienes un buen caso? No quiero que dejes pasar oportunidades por mi culpa.-Susurré sin moverme un milímetro.-

- Yo tampoco que tu dejes pasar oportunidades, Irene. Si este viaje a Múnich es uno de esos grandes golpes necesitas hacerlo. Cogeré un caso fácil para esos días, y Hamish se quedará en casa conmigo y la Sra. Hudson. Están John y Rossie...- Sonrió un poco de lado y besó mi frente suavemente.-

- Gracias, Sherlock.- Contesté con una sonrisa sincera mientras él se levantaba despacio y esperaba a que yo hiciera lo mismo para tomarte de entre mis brazos.-

- No tienes por qué darlas, sabes que haría cualquier cosa por vosotros.-Sonrió de manera tierna y yo tomé su mano caminando en silencio junto a él.-

Nuestros pasos nos llevaron hasta la avenida principal, al pie de la acera esperábamos un taxi para volver a casa, todavía dados de la mano, entre otro millar de grupos de amigos, familias y transeúntes; y yo sólo podía pensar en lo realmente tierno y agradable que era tener una vida "normal" y aburrida en algunos casos. En ocasiones creo que si hubieras tenido unos padres estándares hubieras sido más feliz de niño, pero luego recuerdo los momento en los que jugabas con tu padre mientras te enseñaba experimentos raros de química, las meriendas en el parque con Rossie y tío John, construir el fuente de cojines los sábados por la noche, para esperar a tu padre que llegara de madrugada mientras te leía cuentos y te quedabas dormido en mi regazo; cuando tu padre llegaba te llevaba a la cama con el mayor cariño del que sé a ciencia cierta del que es capaz; los desayunos de tortitas los domingos que yo había trabajado el día anterior y me traíais el desayuno a la cama; tus cumpleaños, tu primera escayola; cuando dedujiste a la Sra. Hudson por primera vez, y un millón de momentos preciosos más que hacen de nuestra pequeña familia la familia perfecta, al menos para mí.

Memorias IIWhere stories live. Discover now