❝𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐃𝐨𝐬❞

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La alarma había sonado como siempre, pero esta vez se levantó con un poco más de ánimo que lo habitual

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La alarma había sonado como siempre, pero esta vez se levantó con un poco más de ánimo que lo habitual. Se iba a dirigir al cuarto de baño justo cuando el timbre sonó; refunfuñando se dirigió a la puerta con su típica cara de perro y la abrió, sorprendiéndose al sentir cuando alguien se aferraba a su pierna.

— ¡Abelo!

— Hey pequeño.— Musitó el ojigris mientras se agachaba para tomarlo por sus axilas y alzarlo.— ¿Cómo estás?

— Etoy bien abelo.— El niño con una sonrisa.

— Hola padre.— Adrien llamó su atención estando abrazado a su pareja.

— Hola hijo, hola Kagami.— Los saludó y se hizo a un lado para dejarlos pasar.— ¿Qué hacen aquí?— Preguntó y lo miró con ojos entrecerrados.— ¿Es por lo de la entrevista? Porque te dije  que sí iría, incluso me estaba por duchar.

La pareja se rió de aquella ocurrencia del mayor más simplemente negaron.

— En realidad es culpa de esa pequeña cosita.— Exclamó por primera vez la fémina.— Insistió tanto en que quería venir a desayunar con usted que no pudimos negarnos.

— ¿Te molesta abelo?— El niño lo miró con una trompita que lo hizo sonreír.

— Claro que no Ethan.— Le dejó un casto beso en su coronilla.— Esperen aquí que me iré a bañar y vendré a desayunar con ustedes.

— De acuerdo Pa, nosotros prepararemos las cosas de mientras.

Gabriel solo asintió y se dirigió hacia su cuarto para tomar un conjunto de entre casa, unos bóxers limpios y una toalla, luego se encaminó hacia el baño escuchando de fondo las risas de su familia. Agradecía que ellos estaban para él siempre, eso lo llenaba de felicidad y orgullo.

No iba a mentir que cuando su hijo les comunicó a él y a su exesposa que junto a su novia estaban esperando un bebé se molestó, pero cuando la siguiente vez que volvió a ver a los jóvenes y le mostraron aquellas ecografías y un video que Adrien había captado en su consulta médica, en donde se veía una pantalla el útero de la chica y una pequeña mancha y también se escuchaba el sonido del corazoncito de ese niño, lo iluminó y embriagó con cariño. En ese instante recordó el día en que fue junto a Emilie a ver al diminuto Adrien, y supo en ambos momentos que sería sumamente feliz de tenerlos a su lado.

Su ducha duró menos de cinco minutos, con prisa se vistió y colocó sus pantuflas para dirigirse nuevamente con su familia. Al verlos se sorprendió por como lo esperaban, la mesa estaba repleta de dulces que sabía que tanto su hijo como su nieto estaban más que deseosos por probar todo aquello.

— Abelo ven.

Gabriel sonrió y sin más se les acercó, sentándose en medio de su hijo y de su nieto. Tomó la cafetera y se sirvió un poco en su taza.

— ¿Te encuentras nervioso padre?— Habló Adrien para llenar ese vacío.

— No.— Murmuró y le dio un sorbo a su bebida.— Bueno, un poco tal vez, después de tantos años de dirigir a muchas personas ahora me deben dirigir a mí.

— Estoy segura que no le irá mal señor Agreste.— Aseguró Kagami con una sonrisa, intentando transmitir confianza.

— Muchas gracias.

El resto de la mañana transcurrió de esa manera, riendo y relajándose junto a su pequeña familia; apreciaba tanto los momentos como ese que la vida le regalaba, después de todo era lo único que le quedaba y lo atesoraba con su vida. Cerca de la hora de su entrevista, y luego de que Adrien y Kagami lo ayudaron a ordenar, ellos se marcharon así Gabriel podía cambiarse para ir con Marinette.

Se colocó frente al espejo, con su maletín en mano y suspiró, una parte de él se sentía patético por lo que estaba por pasar pero a la vez se sentía listo para continuar con su vida, antes de salir se acomodó sus anteojos y clavó sus ojos en el reflejo de los mismos, alentándose silenciosamente.

Una vez con el valor suficiente salió de su departamento, su seriedad era característica tanto que a pesar de que algunos vecinos intentaban entablar una relación cordial y amistosa con él, rehuían al ver su cara de pocos amigos. En parte agradecía aquello.

Cuando estuvo en la calle, intentó tomar un taxi pero como ninguno le paraba no le quedó remedio que ir en metro; hace mucho no lo hacía, pero... ¿Qué podía salir mal? Las burlas o cuchicheos de algunas personas hacia lo que era ahora, pero no le interesó. Jamás le había interesado el chisme que se decía de él. Rápidamente se subió al transporte una vez que había llegado.

Y en menos de diez minutos se encontraba caminando hacia la imponente estructura del lugar, sin dudas lo sorprendió. Entró sin esperarlo y un guardia de seguridad lo detuvo.

— Señor, ¿tenía cita pendiente?

— Sí.— Confirmó arreglando el puente de sus gafas.— Con la señorita Dupain Cheng, una entrevista.

— De acuerdo, déjeme confirmarlo por favor.— Gabriel asintió mientras aquel hombre hacía una llamada y a los segundos volvía hacia él.— Puede pasar, piso quince, la secretaria de la señorita lo estará esperando fuera del elevador.

— Muchas gracias.

Se dirigió por donde le habían indicado, esperó unos momentos el ascensor y cuando ya estuvo dentro presionó el botón correspondiente, y a los segundos se encontraba saliendo del mismo, encontrándose con una mujer sonriente.

— Usted debe ser el señor Gabriel Agreste.

— Así es, ¿señorita...?— Respondió formalmente, esperando que dijera su nombre.

— Isabella, la asistente de la señorita Marinette.— Le extendió su mano y este la estrechó.— Por favor sígame.

Con tranquilidad ambos comenzaron a caminar, siendo la mujer la de la cabeza.

— Aquí se encuentran las oficinas de marketing.— Comenzó a explicar.— Y las salas de reuniones y conferencias, además de las oficinas de Marinette y la vicepresidenta y jefa de finanzas, Irina Duchamps.— Señaló a un pasillo.— Aquí es la de la jefa, así que le avisaré que ya llegó, espere un momento por favor.

— Claro.

Sin más que decirle, la joven desapareció por una puerta y él decidió sentarse a esperar que lo llamaran; para que estuviera tranquilo, le envió a su hijo un mensaje diciéndole que ya se encontraba esperando para realizar la entrevista, recibiendo una contestación rápida de un "buena suerte". Tuvo que dejar su móvil de lado cuando la misma chica le había dicho que ya podía entrar. Se levantó para golpear la puerta y tras escuchar un "pase" se adentró, encontrándose con su antigua aprendiz.

— Por favor tome asiento señor...—Murmuró ella mientras levantaba su vista, y claro que pudo apreciar la evidente sorpresa en el rostro de la ojizarca.— ¿Señor Agreste?

— Señorita Marinette Dupain Cheng...— Dijo tras cerrar la puerta, regalándole una diminuta sonrisa.— Es un placer volver a verla luego de tanto tiempo.

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Hello!
Por fin pude actualizar jaja, pero lo siento porque sea cortito, en verdad no había muchos sucesos importantes para este capítulo.
Sé que querían ya la entrevista, pero tranquilos, el siguiente capítulo es sobre eso jajaja
Nos veremos pronto, si es que se puede.
Besitos!

❝𝓔𝓵 𝓞𝓬𝓽𝓪𝓿𝓸 𝓟𝓮𝓬𝓪𝓭𝓸❞ 「𝐆𝐚𝐛𝐫𝐢𝐧𝐞𝐭𝐭𝐞 +𝟏𝟖」Donde viven las historias. Descúbrelo ahora