Infancia II

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Verónica, niña traviesa, soñadora y creativa.

Verónica crecía bien, un entorno agradable, una familia feliz, primera nieta, primera hija, la reina de la casa.

En Navidad siempre obtenía montañas de regalos, no había otro niño al que ilusionar, por lo que, se inundaba de cariño y espíritu navideño. Las fiestas giraban a su alrededor, flamenca era su apodo en cada una, bailaba hasta reventar, reía y gritaba de alegría. Era una niña muy viva y sus pies se movían al compás de cada canción.
De las navidades se llevaba muchos regalos y recuerdos, pero el que más atesoraba de todos, era el momento, en el que su abuelo la posaba sobre su muslo, y empezaba a balancearla, arriba y abajo, mientras ambos cantaban al unísono  - "Arre burriquito, arre burro arre, anda más deprisa que llegamos tarde..." -
Era su canción, el momento en el cual solo existían ambos, y eran tan felices, que pedían clemencia para que fuese eterno.

Era gracioso, cuando mamá, ya cansada de tal criatura alborotadora y enérgica, la posaba en la cuna, enfocando su atención a manos de Los Cantajuegos, mientras su cabecita aprendía cada paso, cada canción y cada emoción. Lo que su madre no sabía, era que todo eso, solo le serviría para su próxima fiesta personal en el salón, que como no, acababa en desastre.

Hablando de desastres, su madre no volvió a comprar VapoRub por uno de ellos, a Verónica le encantaba el olor de éste, una noche, su madre cometió el gran error de dejar el botecito cerca de la criatura, y supongo que, despertar a las 3 am con un fuerte olor a VapoRub, no da mucha seguridad. Al entrar en la habitación, pudo apreciar a su hija, en la cama, cubierta de tal mejunje: ojos, cara, cuerpo, pelo... Tenía en todas partes, y ni siquiera podía abrir los ojos. Sin lugar a dudas la criatura era un desastre andante.

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