Capitulo 4

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El silencio era sofocante. Diez minutos sentada en el sillón, rodeada de vampiros con caras largas y miradas fulminantes. Sinceramente, ¿Quién diría que una visita a la casa de los Cullen sería tan... aburrida? ¡Esto no era lo que me esperaba!

—Tengo que decir que me siento un tanto incómoda —comenté finalmente, estirando las piernas y acomodándome mejor en el sillón.

Sebastián, a mi lado, soltó un suspiro exagerado y rodó los ojos.

—Sí, el cruce de miradas está muy bonito y todo, pero ya me aburrí —dijo, encogiéndose de hombros con esa indiferencia tan suya—. Oye, tú, rubio, pregunta lo que quieras, tú nos agradas —le dijo directamente a Jasper, quien estaba más callado que una piedra.

—Pero si ni siquiera habla —bufó Emmett desde su esquina, sonando totalmente ofendido.

—Por eso mismo —respondimos Sebastián y yo a coro, y al ver cómo la comisura de los labios de Jasper se levantaba apenas un milímetro, me sentí satisfecha. Al menos estábamos consiguiendo algo de diversión en esta situación tan tensa.

Jasper dio un paso al frente, las manos cruzadas detrás de la espalda, su rostro más serio que nunca.

—¿Qué es lo que son ustedes, realmente? —preguntó, y hasta su voz sonaba grave y misteriosa—. Sin bromas.

Le lancé una mirada coqueta, sabiendo que lo iba a desconcertar.

—Oh, Jazzy, qué tono taaaan sexy —dije, sonriendo divertida.

Antes de que pudiera disfrutar más del momento, Edward, siempre el aguafiestas del grupo, saltó con su tono molesto.

—¿Puedes dejar de coquetear? —espetó, claramente irritado.

Mi sonrisa se desvaneció, y lo miré con fastidio, cruzando los brazos.

—Tú no me agradas —dije, sin molestia, pero sí con ese tono juguetón que usaba cuando alguien no me caía bien pero quería provocarlo.

Edward se me quedó mirando, sorprendido por mi respuesta, pero pronto su cara cambió a una expresión de pura irritación.

—No me importa —dijo, sonando cada vez más molesto—. Pero no puedes andar por ahí coqueteando con cualquiera. Jasper es el esposo de mi hermana.

Levanté una ceja, mirándolo de arriba a abajo con un destello juguetón en mis ojos.

—Claro que puedo —respondí, sonriendo divertida—. Lo que te molesta no es que le coquetee a Jasper. Te molesta que no te coquetee a ti.

Su expresión cambió a una mezcla de furia y sorpresa.

—Eso no me importa en lo más mínimo, Irina —replicó, claramente irritado—. Me molesta que Jasper sea la pareja de mi hermana.

Lust  | Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora