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Creo que era necesario ambientar lo que viene, está capítulo es significativo, así que a pesar de no contar con la intensidad de los otros, al menos encamina hacia las cosas nuevas por descubrir.

Por siempre suyo...un pequeño Kaos


















Soma no puede contener sus nervios. Hace solo unas horas tuvieron que dejar el improvisado campamento para buscar a Fumio-san, persona que Erina al parecer es la única que conoce y que no se ha tomado el tiempo de explicar. Abriéndose paso entre el terreno escarpado, el carruaje sigue, los caballos llegaran agotarse, pero Berta y Shila han confirmado que solo faltan unos cuantos minutos.

Soma no deja de ver a Erina, estaba asustado y cohibido con respecto al asunto ¿Erina perderá su inmortalidad? Es cierto que todo se siente diferente; la energía que fluye a través de su cuerpo, esa falta de agotamiento, su fuerza ahora adquirida y sus movimientos cual demonio.

Una arcada de asombro recorre su cuerpo al recordar su pelea con el lobo, hasta solo unos minutos rebobinaba los eventos...

¿Había detenido un animal de más de dos metros solo con sus manos?

Un gran lobo blanco que ni siquiera Alice y Hisako pudieron detener. Soma todavía duda de la fiabilidad del lobo, pero Erina insistió en que llevasen al extraño joven en el carruaje.

Todo el trayecto permanece en silencio. A la distancia, en un claro bañado de nieve en la montaña, una casa o, mejor dicho, una vieja choza es la señal de vida en ese lugar lúgubre y vacío. Unas dos ventanas centellan rayos débiles de luz, posiblemente una fogata a media capacidad.

-Nos ha estado esperando- Shila dice volviéndose a todos con una sonrisa -Espero que tengan hambre- dice a los humanos y no hace de otra que burlarse de los inmortales por la mala broma -Bueno, no todos pueden comer los manjares de la tierra.

-Moo~ Shila- Berta le reprende -No deberías ser tan mala con la raza maldita, que hayan sido exiliados de la gracia de Dios no es su problema, sabes que no puede existir el bien sin el mal.

Erina se hace de oídos sordos con los comentarios, Asahi frunce el ceño, pero antes de que busque pelea con los seres divinos Hisako y Alice le reconfortan esperando detenga sus palabras.

Estando a metros de la choza la puerta se abre, la magia fluye por el lugar dándoles la bienvenida. Todos quedan asombrados, excepto Erina quien entra sin ningún atisbo de vacilación.

-Han tardado- dice Fumio-san.

Todos logran entrar en la "choza" y la sorpresa de encontrarse con un lugar terriblemente amplio les saca de pelos, es como un efecto óptico de muy mal gusto. Aunque en la situación que se encontraban atesoraban el lugar, más que todo por la consideración de los compañeros humanos que necesitaban del fuego.

Fumio-san se encuentra al lado de la chimenea meneando un gran cucharón en una olla que destila el aroma exquisito de estofado. Deja lo que hace solo para volverse a sus invitados y su mirada atraviesa primero a Erina en señal de reprensión.

-Me temo que las cosas han cambiado- frunce el ceño, pero ni siquiera consigue que Erina se inmute.

Todos permanecen en silencio, saben que el comentario está dirigido a Erina. La princesa de la sangre se encamina hasta quedar al lado de Fumio-san y se deja caer sentándose en el suelo de piernas cruzadas.

-¿Vas a decirme lo que ha pasado?- susurra Erina cruzando los brazos en su pecho, no disimulaba para nada sus deseos y las preguntas siempre salían de ella sin darle vuelta a los asuntos.

Hermosa InmortalWhere stories live. Discover now