Sentí su pecho en mi espalda, su respiración rozando mi cuello, cerré los ojos disfrutando del placer que se extendío por mi cuerpo con ese exquisito roce, cosa que jamás admitiría delante de él ni de nadie, porque ese hombre por más tentador que se...
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*Danna*
Alguien me dijo una vez, que si no estás dispuesto a luchar por aquello que más quieres, no mereces tenerlo.
Pero mi soberbia y egoísmo siempre me llevaban por otro camino, más doloroso.
Creí que ser dura me protegería contra cualquier tipo de dolor, pero olvidé que algunas veces, lo duro se rompe.
Me sentía inexplicablemente rota.
—¿Qué haces?—Angelo Ancelotti llegó corriendo a mi lugar cuando me vio bajar del Jeep negro y le di una sonrisa irónica.
Arreglé mi vestido rojo, del mismo color de mis labios y alcé mi rostro.
Nunca bajaría mi cabeza ante nadie, porque nací fuerte y así moriré.
Aunque estuviera desecha por dentro, eso nadie más que yo lo sabría.
—No intentes ninguna tontería, porque ni siquiera me habrás tocado cuándo estarás con un disparo entre ceja y ceja.—Se quedó estupefacto al darse cuenta del arma que traía en la mano.
Angelo me conocía lo suficiente para saber que no estaba jugando.
Caminé hasta las enormes puertas de madera, las abrí de un golpe y entonces sucedió.
El estruendo hizo que todos en el lugar me observaran sorprendidos incluyendo a Isaac y Natasha que estaban sentados en la primera fila.
Sentí un sabor amargo subiendo por mi garganta al verlos allí.
Algunas miradas de odio como la de Geovanna y otras de desconcierto como Alyssa, la entendía, luego de nuestra conversación lo último que creería es que yo estaría aquí, de pie. Sin embargo ella me abrió los ojos.
Conté con la suerte de su estúpidez.
La verdad es que por primera vez me sentía viva.
Y una vez que eso sucede, harás lo que sea por seguir sintiéndolo.
Sin importar a quién te llevas por delante en el camino.
Sin importar el daño colateral, por eso no me tembló la mano cuando ubiqué a mi objetivo en medio de la multitud y apunte mi arma en su dirección para luego jalar el gatillo.
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