Perdido

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Con pasos rigurosos me acerqué a la orilla y me sumergí en el mar, amaestrado por mis pensamientos y por el dolor de haberlo perdido. Unas frías manos me tocaron los hombros. Abrí los ojos y ahí estaba. Vivo, fingiendo su muerte.

Microrrelatos de un alma libreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora