ˢᵃ́ᵇᵃᵈᵒ

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Los pasitos descoordinados hacían eco en el silencioso departamento. Se acercaron a la puerta del cuarto y abrieron, las bisagras de esta soltaron un chirrido desagradable y la madera bajo sus pies crujió.

Sus pasos se arrastraron hasta la sala, en el sofá había un gran bulto que roncaba, mientras que la suave manta de color rosa lo cubría.

Acercó su manito y comenzó a picar el rostro del hombre. La mejilla izquierda, luego la derecha, su labio inferior y luego la punta de su mentón. En silencio apretó la naríz con su manito, cerrandole el paso al oxígeno.

Bastó hacer esto por cinco segundos para que el peliblanco se despertara asustado y boqueando en busca de aire. Frente a él, el sobrino de su mejor amigo y casi hermano, lo observaba con los ojos bien abiertos.

ㅡHarin, dios... no hagas eso, casi me da un infartoㅡ lo regañó, recostándose de nuevo, sintiendo como su corazón saltaba en su pecho.
Rin bostezó, Minhyuk miró el reloj en la pared, eran las seis de la mañana, muy temprano. ㅡVen aquí, bebéㅡ.

Tomó a Harin y lo recostó a un lado suyo, su cabecita sobre su pecho. Lo cubrió con la manta y comenzó a repartír caricias en la pancita de nenito, quien se veía cada vez más somnoliento.

Lee se recostó y sin dejar de mimar a Harin, cerró los ojos. En unos pocos minutos se había quedado dormido nuevamente; abrazando al pequeño Im.

 En unos pocos minutos se había quedado dormido nuevamente; abrazando al pequeño Im

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El sol se coló por la ventana, atravesando con sus débiles rayos la blanca cortina. El pelinegro se removió en la cama, encandilado por la luz.

Eran fin de semana y se sentí bien. Había podido dormír hasta tarde sin tener que escuchar la maldita alarma siempre a las cuatro de la mañana.

Había comido bien y había bebido algo de cerveza la noche anterior, se sentía perfecto. Nada de resaca, ni de indigestión. El clima además estaba en su mejor día, no hacia mucho frío y tampoco había nevado.

Estiró sus piernas y brazos, dandose la vuelta en la cama. Bostezó y levantó la cabeza, empujandose hacia arriba con los brazos hasta quedar arrodillado.

Miró hacia atrás y vió a su gordito perrito durmiendo en el suelo, justo sobre su pantalón del trabajo. No lo regañaría, pues estaba de buen humor.

Gateó en reversa y puso sus pies en el tibio suelo, giró su cabeza varias veces, oyendo el crugír de sus huesos y caminó hasta el baño.

Abrió la llave, se desvistió y se metió debajo del chorro caliente de agua. Sentía como su cuerpo cobraba vida y a pesar de tener un problema, ya saben, mañanero. Decidió dejarlo así y disfrutar de la hermosa y cálida ducha. Ya luego se bajaría solo.

Cuando terminó de bañarse, cepilló sus dientes, secó su cabello con una toalla y se vistió con unos pantalones y una sudadera gigante que le robó a su hermano mayor.

❝ sᥱvᥱᥒ dᥲყs ❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora