En mis sueños más profundos

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Por más que corría, Alejandro no lograba escapar de esa gran sombra negra que lo perseguía. Solo podía ver un largo pasillo oscuro y, a sus lados, no había paredes más que un infinito abismo por el cual caer.

La sombra que lo perseguía parecía tener forma de algo que jamás había visto. Sin embargo, el voltear a verla no le ayudaba a controlarse en lo más mínimo; y repetir continuamente que eso era un sueño no tenía ningún efecto positivo.

Un paso en falso lo hizo tropezar y caer a un río de alquitrán hirviendo. Desesperado por el dolor y el miedo, se quitó la camisa y vio que no tenía salida, mientras aquella masa uniforme de sombras se convertía en una mandíbula que lo devoraba.

- Alejandro

La voz le resonaba en la mente mientras se levantaba de salto y sudando.

- ¡No!

- Alejandro, relájate

Miró hacia todos lados intentando buscar explicación. La masa negra se había esfumado otra vez, a pesar de que era la cuarta noche consecutiva con la misma pesadilla.

- Yo... tuve ese sueño otra vez – respondió jadeando

- Te dije que no te quedaras  leyendo esa tonta historia de terror. Sabes que te dan pesadillas – Isidora volvió a acostarse con el ceño fruncido

- No... no quiero seguir teniendo esos sueños y... no sé cómo deshacerme de ellos ni porqué han comenzado

Isidora se incorporó y puso una de sus manos sobre el hombro del tipo. De cabello y ojos negros, midiendo aproximadamente 1,75 de altura y con una exitosa carrera como bióloga marina, creía que la mejor forma de consolar a Alejandro tras la seguidilla de pesadillas era solo escuchándolo. Retiró su mano y la dirigió a la mesa que se encontraba a un costado de su cama. Tomó un cigarro y lo prendió mientras acariciaba nuevamente a Alejandro para finalmente recriminarle algo

- ¿Sabes? Creo que ya sé cuál es tu problema

Alejandro miró extrañado a Isidora, pero, restregó sus ojos y comenzó a centrar su atención en lo que ella podía decirle.

- Has estado leyendo un montón de cosas extrañas. Desde esas investigaciones tuyas tras la ida a esa mina abandonada a kilómetros de Chuquicamata o ese libro tan raro ¿cómo se llamaba?

- El extraño

- Ese mismo. Desde que lees a ese tipo que escribió ese libro solo has tenido pesadillas, más desde que llegaste de la expedición a la mina. Ahora, levántate, hoy iríamos al parque

Alejandro se incorporó y se levantó para dirigirse al baño. Se miró al espejo y podía ver lo demacrado que se veía. Medía aproximadamente 1.72 metros de altura, si piel era morena y sus ojos color miel. El pelo, largo y amarrado como una coleta parecía bastante mal cuidado.

- Son... solo eso... sueños – dijo mientras lavaba su cara y procedía a tomarse una ducha.

El departamento estaba ubicado en el hermoso pueblo de nuevo amanecer a siete kilómetros de la región de Valparaíso en Chile. Vivían en un barrio urbano muy alejado del bullicio clásico que tienen las capitales o que tenía el mismo puerto. Desde el pequeño edificio de  nueve pisos podía verse directamente el mar, mientras que, al reverso de la estructura, se encontraba el centro del pueblo con el hermoso parque decorado en eucaliptos y rosas con una gran estatua en el centro; por lo general, el parque central era recurrido para pasar el día libre entre las parejas, en familia o, en solitario para despejar la mente.

Tras salir del baño, la pareja procedió a vestirse y salieron del departamento.

- Estoy preocupado, Isidora – La chica solo miró a Alejandro esperando a que continuara con su dialogo- no recibo una llamada o mensaje de los chicos de "Heaven" desde hace cuatro días... los mismos desde que tengo esas horribles pesadillas

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