Noviembre.

6 1 0
                                    

Deje de escribir desde el dolor, me había olvidado de estas cartas que escribí durante meses, en este viejo cuaderno.
Sin duda alguna, el invierno hizo que me rompiera y que de alguna forma lograra arreglarme.

En estos meses que pasaron, había asumido que todos estábamos rotos.
En mayor o menor medida, pero no dejamos de estarlo.
La única diferencia era que algunos estaban rotos en piezas grandes, esas que se pueden distinguir como un rompecabezas y se pueden pegar;
en otros casos,
como en el mío,
estábamos hechos añicos,
nos habíamos vuelto partículas de algo que alguna vez fuimos, imposible de reconstruir.
Pero después me di cuenta que no era tan así, y que podía volver a ser yo, no la misma, pero si una versión de mi la cual estaba preparada para conocer.

Noviembre, inicios del verano.
Me encontré viendo a través de una ventana,
todo el paisaje.
Me acorde de ese viejo vacío que me invadía cada vez que estaba lo suficientemente débil como para dejarlo entrar.

Y acá estoy,
escribiéndote otra vez,
la última vez que mis cartas van dirigidas a vos y a esa impertinente soledad que me invadió, hace no mucho tiempo atrás.

Vacío. Quiero decirte que aprendí a no extrañarte, a veces volves, en mis estados de mayor vulnerabilidad, pero me estoy encargando de que no me arrebates el alma, de que cuando te vuelvas a ir, no te lleves una gran parte de mi, como lo hizo él.

Gracias por ser la única cosa que tuve durante mucho tiempo, tenerte a vos significó algo.
Algo mucho más complejo que
el no tener nada.

Irónico.
Te convertiste en algo,
cuanto tu significado es la nada.

No voy a gritar más para adentro,
voy a gritar y romper todo lo que sea necesario, acá, ahora y afuera, afuera de mí.

Cartas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora