Capítulo 28: ¿¡Dejarme Caliente!?

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Bárbara Úrsula Medina

Nunca en mi vida he estado tan nerviosa. Pensar que puede pasar algo malo y a las personas que tanto quiero ¿Pero quién es ese hombre misterioso? Me quiere lejos de Cristóbal pero eso es imposible, él no va a querer y yo estoy empezando a quererlo con locura ¿Por qué hay personas tan crueles en éste mundo? Pero tengo que hacerlo por el bien de los dos.

Ya es de noche, me fui más temprano de lo normal de la empresa. Es que verlo todos los días es complicado, hacerme la fuerte, estar distante con él no es lo mío.

Ahora tengo que estar pendiente del otro celular que me dieron para comunicarme con la persona misteriosa así le llamo yo. Porque no sé quién es, si es cercano a mí, sí lo he visto, no reconozco ni su voz.

Estuve pensando que todo esto sería obra de Estela y Daniel pero ellos... No pueden hacerme eso, no le hice tanto mal para merecer esto. Todo mi mundo ha cambiado cuando llegó Cristóbal Manckenzie con esa bendita propuesta pero nadie sabe si es para bien o para mal.

Llegó a la sala de mi casa y tengo muchos mensajes de Cristóbal en el teléfono...

--Bárbara ¿Por qué te fuiste?-ese es el primero.

--Barby, necesitamos hablar ¿Dime como estas por favor?-el segundo mensaje.

--Me preocupas, quiero hablar contigo. Ya te dije que puedes confiar en mí-ese el tercero y mi corazón cada vez late más por él.

--Señorita Medina... han pasado tres horas sin saber nada de usted, aunque sea llámame cuando escuches este mensaje-el cuarto.

--Desde que terminé aquí en la empresa voy a tu casa-finaliza con el quinto mensaje.

Suspiro resignada... Ahora tengo que hablar seriamente con él, responder a sus preguntas y sé que no se va a ir de aquí hasta aclarar todo por las buenas o por las malas porque le llaman Cristóbal Manckenzie

(...)

Tocan el timbre y procedo abrir la puerta... Es él con su cabello alborotado lo hace lucir un hombre rebelde, con su traje bien perfecto que le queda a la medida con una botella de vino de Cabernet Sauvignon.

--Hola ¿Cómo estás?-pregunta mirándome de arriba hacia abajo.

--Bien ¿Y tú cómo estás?-pregunté con media sonrisa.

--No muy bien-confesó entrando al interior de la casa como es de costumbre.

Se sienta en uno de los muebles que conforman la decoración de mi hogar. Un silencio incómodo nos apropia ya que, no me deja de mirar y está logrando lo que quiere me estoy dejando intimidar por su mirada que provoca un sin números de emociones en mí.

--Yo... Este... ¿Quieres cenar?-digo para dejar ese silencio tan incómodo.

--No. Gracias-responde y desvía la mirada-. ¿Escuchaste todos los mensajes que te deje?-pregunta acercándose a mí con pasos sigilosos.

--Algunos... Yo... Estaba ocupada. Tenía que hacer algunas cosas en el hogar-murmuré bajando la cabeza, no me gusta mentirle me siento culpable.

--Al menos me podrías llamar. Dos minutos no te cuesta nada-expresó mirándome directamente a los ojos como descifrando alguna mentira o verdad-. Bárbara no me gusta que estés distante, que te alejes de mi sin ningún motivo-explica frustrado.

--No soy distante... Me conoció así señor Manckenzie, solo estoy ocupada, estresada, necesito alejarme de todos-respondí un poco alterada.

--¡Y dale con los mismo! ¿Cómo te lo explicó?-susurró pensando como lo diría.

Se acerca mucho más a mí, nuestros cuerpos están tan pegados que puedo sentir su pecho duro y firme contra mis pechos ¡Que ojo no llevo sujetador!

--Tú, no te vas alejar de mi por nada del mundo-responde dando pasos más a mí y yo retrocediendo hasta que llegamos a una pared.

--Yo... Tengo... Sed ¿Puedes soltarme para tomar un poco de agua?-pregunto con ojos de cachorrito a medio morir

--¡Bien! Todavía no quiero que pase nada entre nosotros, falta mucho por hablar-finaliza y retira sus manos de mi cuerpo.

Voy casi corriendo a la cocina, necesito alejarlo de mí cuanto antes.

--¿Quién te llamaba? ¿Y porque te pusiste nerviosa?-pregunta llegando junto a mí.

--¡Cristóbal déjame en paz una vez!-exclamé cansada por sus constante preguntas.

--No puedo y no lo haré-contraataca.

Niego varias veces y estoy decidida a no decirle nada ¡Tú puedes Bárbara! Él nunca debe saber sobre esas llamadas y el tipo que entro a casa.

¡No quiero verlo, no puedo verlo! Siento sus manos en mi cintura y su respiración en mi cuello. ¡Oh, por Dios! ¡Qué hombre más candente!

--Bárbara solo quiero ayudarte-murmuró en mi oído ocasionando que haga estragos en mi parte íntima.

Ahora estoy muy... Muy nerviosa y no es por la llamada si no es por su cercanía y por sus besos en mi cuello.

--¡Anda dime!-vuelve y dice por lo bajo-. No te vas a escapar de mi tan fácil ¿Lo sabes, verdad?-pregunta mordiendo mi lóbulo.

--Sí...-susurré sin fuerza ya que me tiene a sus pies.

--Dije que no iba a pasar nada pero, si no me lo dices ahora te voy a hacer el amor en la misma cocina-demanda bajando parte de mis tirantes de mi pijama.

--Yo... No tengo nada que decirle señor Manckenzie...-expuse disfrutando de sus caricias.

--Te gusta que yo te coja ¿Verdad?-pregunta levantándome y llegando a la mesa de mí cocina.

--Si...-digo cerrando los ojos y llena de deseo.

Se acerca a mi oído y susurra...

--Pues cariño te vas quedar con las ganas-dice y llega a mí feminidad la acaricia con sus dedos-. Qué pena y tan lista que estás, pero primero quiero que me digas todo-murmura con una sonrisa en su rostro.

¡Hijo de su madre! Qué diablos pretende ¡Dejarme caliente!

--Hasta mañana señorita Medina...-agregó alejándose de mí-. Espero que sueñes conmigo y lo bien que se siente mis besos por cada parte de tu hermoso cuerpo-confesó y lo pierdo de vista.

¡Qué bueno Bárbara! Eso te pasa por estar de confiada.

Mi Maltida ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora