Gimnasio

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-Odio este lugar -Tony jadeó cansado.

Se encontraba sentado en una de las bancas de ese espantoso gimnasio mientras bebía agua y despotricaba en contra de su estúpido médico, de Pepper, de Happy y de Rodhey por haberlo obligado a ir. Ellos decían que debía ejercitarse por su salud y él no podía entender eso, estaba perfectamente bien y tenía un cuerpo espectacular, no tenía ningún motivo para estar sufriendo esa tortura.

Seguía meditando sobre esto cuando una voz interrumpió sus planes de venganza contra sus supuestos amigos.

-Hola.

Frente a él se encontraba un alto y musculoso rubio con carita de ángel. Vaya, ahora sí había un motivo para alegrarse de estar ahí.

-Hola -saludó con una sonrisa-, ¿puedo ayudarte en algo?

El rostro del contrario empezó a tornarse rojo con una velocidad impresionante.

-Bueno, yo, tú... quería preguntarte si... entiendo si no quieres pero... -balbuceó sin mirarlo a los ojos.

-Tranquilo -sonrió divertido-, no te voy a morder.

El chico pareció calmarse un poco y suspiró tratando de infundirse valor.

-Es que quería invitarte a salir desde hace mucho, pero es difícil porque sólo vienes una vez al mes.

Su sonrisa se transformó en una mueca de incomodidad. Ok, eso dolió un poco, llevaba inscrito desde hace medio año, pero esta era la cuarta o quinta vez que iba.

Al ver el error que había cometido, el rubio se horrorizó al pensar que podría recibir una negativa y se apresuró a corregirse.

-¡No quise decir eso! A lo que me refería era a que...

-Oye, chico, si esta es tu forma de invitarme a salir, déjame decirte que es muy mala. No sé si tratas de conquistarme o hacer que te odie -rió más tranquilo.

-Lo siento, es que estoy muy nervioso. ¿Puedo volver a intentarlo? -pidió con timidez.

-Claro, pero primero me tendrías que decir tu nombre, ¿no te parece, cariño?

-¡Cierto! ¡Lo siento! Soy Steve Rogers, ¿cuál es el tuyo? -se sonrojó aún más.

-Soy Anthony Stark, pero me puedes decir Tony.

-Bien... Tony, ¿te gustaría ir a una cita conmigo?

-Por supuesto, pero hay una condición...

-¿Cuál? -preguntó ansioso por una respuesta afirmativa.

-Tendrás que invitarme una caja de donas como recompensa por el mal inicio, ¿te parece?

-¡No hay problema! Podemos ir ahora si quieres, conozco un lugar con las mejores donas de la ciudad.

-Por mí no hay problema, de todas formas, ya me iba de este lugar infernal.

La sonrisa de Steve era deslumbrante, hizo que su corazón se acelerara y un pequeño rubor se instalara en sus mejillas. Bien, tal vez les deba las gracias a sus amigos por haberle obligado a ejercitarse.

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