Capítulo 4

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—¿Qué le ocurre, Señor? —preguntó el sirviente al notar que el joven estaba más serio de lo normal y no comía nada.

Simplemente no entendía.

¿Por qué estaba tan preocupado si él tenía el Núcleo del Viento, y si era porque estaba genuinamente preocupado por Stella?

Miró disimuladamente la joya que marcaría el destino de Geminorum, como si de esa manera pudiera encontrar una respuesta.

Fue entonces cuando notó algo inquietante: el Núcleo ya no resplandecía con su característico color esmeralda; poco a poco perdía el brillo, como si estuviera muriendo...

Escuchó gritos que provenían de la gran ciudad de Pólux. Inmediatamente salió de su palacio sin escuchar los comentarios de sus sirvientes para ver algo que jamás había presenciado.
El cielo se comenzó a nublar, los poderosos vientos comenzaron a destruirlo todo. Los habitantes asustados se refugiaban en las casas más cercanas.

Ya no dudó.

Debía encontrar a Stella. Salió del palacio y corrió lo más rápido que pudo para buscarla.

Stella intentaba adentrarse más en el bosque, pero el poderoso viento le impedía continuar con su camino.

Gabel salió de la ciudad, guiándose por el brillo que el Núcleo emitía para encontrar a su Portadora. Entre más cerca estaba de los bosques, el collar brillaba con mayor intensidad, era una buena señal. Pero debía darse prisa, ya que hasta algunas plantas eran arrancadas del suelo e incluso las nubes comenzaban a arremolinarse, anunciando la formacion de torbellinos. 

—¡Stella! 

Al reconocer a la persona que la llamaba, inmediatamente se detuvo a buscarlo con la mirada. Gabel iba corriendo hacia ella.

—¡Cuidado! —volvió a gritarle tomándola de los brazos para alejarla de un gran árbol que estaba a punto de caer sobre ella. Gabel se abalanzó y se aseguró de que él chocara contra el suelo, de tal manera que a Stella no le pasara nada. 

Cuando Stella vio en el suelo el árbol que hacía unos momentos iba a aplastarla, se aferró a los brazos de Gabel. En ese momento el viento dejó de ser fuerte y poco a poco el cielo fue despejándose volviendo al mismo aire tranquilo. Gabel suspiró más tranquilo y fue reincorporándose lentamente con Stella en sus brazos.

—Tranquila, ya pasó —trató de calmarla—. Tranquila —permaneció con ella hasta que finalmente se calmó y se separó de él.

—¿Qué estás haciendo aquí? Creí que permanecerías en tu hogar —preguntó Stella.
Gabel como simple respuesta le extendió el collar, Stella lo tomó con duda. 

—Tú eres la portadora, no hay nada que yo pueda hacer —le dijo mientras la tomaba de los hombros y la miraba a los ojos—. Lamento que hayas quedado involucrada en esto, sé que es una responsabilidad muy grande la que debes tener ahora... pero todo pasa por algo. 

Stella cerró los ojos por un momento y agachó un poco la cabeza, unas cuantas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, reconociendo que ya no podía evitarlo.

—Imagino que necesitas un momento a solas, estaré cerca por si necesitas algo.

Gabel reconoció sus sentimientos, por lo que se puso de pie y tomó distancia para que pudiera meditar.

Stella agachó más la cabeza y la recargó en uno de sus brazos. ¿Qué se supone que haría ahora?

Ya había presenciado las consecuencias de abandonar su destino. Huyó a Efyén para aislarse, tal vez encontrar un poco de tranquilidad; sentía que su hogar había sido destruido y nada volvería a ser igual, ni siquiera ella.

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⏰ Última actualización: May 08, 2020 ⏰

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