Capitulo 2: Cercana lejanía
—Buen día su majestad ¿Gusta desayunar en el comedor?
—Buen día Gerda, ya sabes que me gustaría que me llamarás Anna, estamos en confianza.
—Esta bien su majes.. Anna. ¿Sobre el desayuno?..
—¿Podrían llevarlo al despacho?
Le miró con reproche —Debería tomarse un descanso para comer adecuadamente. —Cortésmente le comento, pero la menor no pudo evitar sentir aquel gesto maternal, sonriendo en consecuencia.
—Ayer me quedé dormida antes de resolver unos asuntos importantes, prometo comer antes de trabajar.
Gerda sonrió en derrota y la menor se preparó para este día más animada que de costumbre.
Y no era raro...
“Hoy vendrá Elsa"
La felicidad no tardó por extenderse en ella cuando llego la carta en la noche, sabía que le respondería rápido pero apenas salir de la ducha ya lista para dormir, estaba la carta en su cama.
Estaba preocupada de que la rubia rechazara.
“¿Y si Yelena la ocupaba? ¿Se quemaba el bosque o tenía algo que hacer? También podría sentirse cansada del largo recorrido a caballo, puede que no quisiera venir si no hasta el fin de semana...”
Pero se equivocaba gratamente.
Aún así no estaba del todo bien.
Últimamente tenía que admitir varias cosas...
Primero. Que se dirijan a ella como su majestad le molestaba, no por el hecho de la responsabilidad con la que ahora carga. Si no que se sentía más sola, ahora lleva el título que le correspondía a su hermana, aquel título solo era un recordatorio de que aquella habitación de la rubia está y estaría sola por un largo tiempo. No más caminatas por el jardín, no más tardes del té, no más cuentos en la noche, no más salidas a caballo, no más peleas furtivas con nieve. Ni más cálidos abrazos, bueno tenía a Olaf. Pero la cuestión era... No más Elsa.
Segundo. La magia del matrimonio era más interesante cuando era pequeña, esos libros que lo relatan con un sentimiento tan inalcanzable y de forma tan adversa a la realidad, o al menos su realidad, estaban muy equivocados. ¿Qué estaba haciendo mal? ¿Donde estaban las mariposas? ¿Y esa indescriptible felicidad? ¿Por que se sentía como si pisará hielo delgado? Buscando un premio que seguramente no merecía. No dudaba de su amor por el rubio... Dudaba. De merecerlo. Aún no se casaba pero ya sentía que le hacía daño a Kristoff. A ella misma. A los dos... O algo así... Era complicado.
Simplemente no lo entendía. Intentaba, pero no comprendía del todo. Era más sencillo antes.... Mucho más.
¿Que era diferente ahora?
Tercero. Ser reina era un fastidio. Se puede rescatar el hecho de que tu palabra fuera ley. Pero el trabajo era agotador por no decir extenuante.
Se dirigió al despacho, debía adelantar todo para poder estar con Elsa más tarde.
¿Y Kristoff?
Su prometido estaba ocupado viajando a los pueblos aledaños para verificar las cosechas que estarían listas pronto y volver a la capital con los datos detallados. Debería estar regresando más tardar en dos semanas.
¿Quizás por eso sentía más grande el castillo?
Extrañaba a Kristoff... Y también a Elsa.
Para hoy no tenía ninguna reunión pendiente con el consejo, y se aseguró de que su agenda estuviera libre, no esperaba a ningún noble ni comerciante en su despacho. Solo necesitaba resolver esos documentos sobre la nueva ruta marítima con el reino de Corona, a la que se sumó Berk y algún otro pequeño reino. Arendelle crecía y cada vez eran más los reinos con los que comercializaban bienes.
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Un Espíritu Enamorado
Romance¿Podrias dejar escapar lo que más amas en el mundo? ¿Realmente podrías? Porque ellas no, y lucharían para cambiar eso. Aunque el mundo no colaboraba. Es decir... Anna tan lejos de ella, todo ese tema del matrimonio y su recién descubierto deber de c...