PROLOGO

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El invierno se acercaba cada vez más y podía sentir el frío aire de Chicago en mis piernas y cara que solo lo confirmaba.

Me dolían los talones y mi estómago rugía de hambre.

Cuando salí del hotel vi que eran las tres de la mañana, y así fue como oficialmente tuve cuarenta y ocho horas sin una buena comida. En mi sistema solo había bocadillos y alcohol que los hombres me ofrecían en bares.

Me senté en el suelo sintiendo que mis pies no podían dar un paso más y me apoyé contra la pared pensando en cómo había terminado de esa manera. Mi vida fue perfecta hasta hace unas semanas, fui a la universidad, tenía un departamento, tenía comida y agua en grandes cantidades, tenía amigos.

Saqué el dinero del bolsillo de mi chaqueta que el hombre con el que acababa de estar me dejó en la cama, no fue el primero que pensó que era una prostituta, pero ¿quién no quiso tomar el dinero? Especialmente si el tipo se ha ido del lugar y si no había comido durante varios días.

De repente, las luces azules y rojas me cegaron, era lo único que me faltaba. Lo primero que pensé fue irme, pero sabía que mis pies no iban a responder, así que me resigné. Probablemente ese sería el momento para que mi madre y mi hermano supieran que lo había arruinado todo, tal vez podría regresar a Nueva York y mi vida sería como antes de abandonar la Gran Manzana.

Escuché al oficial salir de la patrulla, mis ojos seguían en los billetes que contaba y cuando él apuntó su linterna hacia mí, me fue más fácil identificar el valor de cada uno.

-Gracias, lo necesitaba -respondí sin voltear hacia él-. Por si las dudas, no soy una prostituta...

-¿Qué haces aquí? -Preguntó el hombre sin quitar la luz de la linterna de mí.

-Estudiando, al menos eso era lo que se suponía que hacía... cien... -respondí subiendo un poco mis hombros-. Pero no le diga a mi madre, ella no sabe que deje la universidad... ciento veinte...

-¿Dónde vives?

-Aquí -dije señalando la calle-. Mi madre siempre ha dicho, El piso es cama y aquí hay mucho.

-Levántate -dijo dando un paso hacia atrás.

-¿Estoy bajo arresto, oficial? -Pregunté subiendo la mirada hacia él. Desde ahí, veía su placa, pero no alcanzaba a leer su nombre.

-No...

-Entonces no tengo que hacer lo que usted diga -le dije poniendo mi dinero de vuelta en el bolsillo de mi chaqueta.

-¿Va a ser así? Bien, estás bajo arresto, levántate -ordenó de nuevo y fue cuando pude escucharlo sacar sus esposas.

-¿Bajo qué cargo, perdón?

-¿Estudias leyes? -Preguntó tomando mi brazo y poniendo mis pies en el suelo. No tenía fuerza así que solo hice lo que él quería.

-No estoy estudiando nada, ¿no escuchó, oficial Voight?

El oficial me volteó y puso mis brazos en mi espalda, después sentí el frio metal de las esposas en mis muñecas.

-No me puede arrestar, no he cometido ningún crimen -dije una vez que los dos estábamos dentro de la patrulla.

-Esas son palabras de un estudiante de leyes -dijo cuándo el carro comenzó a moverse.

-Pues está equivocado.

-¿Qué estudiabas? -Preguntaba viéndome desde el espejo retrovisor.

-No le importa...

-¿Dónde estudiabas?

DEEP BROWN EYES (N. AMARO) . 》La ley y el orden U.V.E《Donde viven las historias. Descúbrelo ahora