EL DESTINO DE MI ALMA

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Cuando entró en la habitación, lo primero que lo hipnotizó fue la enorme cama que se extendía frente a sus ojos.

Ya de por sí, la recámara era tan amplia como la mitad de su propia casa, y los lujosos muebles que se repartían en ella captarían la atención de cualquiera.

Cada esquina parecía gritar la palabra "lujo" en su cara, pero la cama... era, en definitiva, la cereza del pastel.

Las suaves sábanas de color carmesí, que se extendían sobre el amplio colchón, lo llamaban para que corriera y se dejara caer sobre ellas. Incluso la cabecera contaba con detalles finos hechos con oro.

Aunque todo aquello resultaba impresionante a la vista, era de esperarse que aquella habitación le perteneciera a nadie más que al rey de las gerudo.

-¿Estás nervioso?-Murmuró él a su oído.

Link casi se sobresaltó cuando unos fuertes brazos le rodearon la cintura.

A veces se preguntaba si Ganondorf se lastimaría la espalda cuando se inclinaba para poder abrazarlo así.

-No- Respondió, obligándose a sí mismo a adoptar una expresión segura.

Nervioso era una palabra que le quedaba bastante corta a cómo se sentía en ese momento.

Hace unas cuantas horas habían comido una deliciosa cena, la "mejor que alguien podría cocinar", había especificado el rey. Justo después habían dado un largo paseo por la torre que se encontraba en medio del Valle Gerudo.

Su torre. Todo aquello le pertenecía a él.

Las tierras, el pueblo, la lealtad de aquellas mujeres guerreras...

Las mismas mujeres quienes, al enterarse del romance de su rey, se habían apresurado ellas mismas a preparar todos los eventos para aquel día especial.

Pues casi una semana atrás, le había pedido matrimonio.

Y justo en ese momento, lo que planeaba hacer con su amado héroe en su recámara...

¿Nervioso? ¡Estaba aterrado!

Para empezar... ¿Cómo habían llegado a todo eso?

La luz de la luna se asomaba por las ventanas y la gran puerta abierta que daba al balcón.

Ganondorf sonrió cuando se alejó de él y se dirigió hacia la cama.

Por muy ansioso que luciera por fuera, por dentro también se sentía nervioso y tenso.

Su pueblo los había aceptado. Incluso la princesa de Hyrule les había demostrado todo su apoyo, pero...

¿Eso significaba que eran completamente libres?

El rey se sentó en la cama y suspiró, para luego volverlo a ver.

En esos momentos, el desierto había perdido todo el calor del día, y se había convertido en el desgarrador frío de la noche. De modo que Link había preferido llevar un conjunto de prendas que cubrían gran parte de la piel de su cuerpo, un poco parecidas a las que usaban las demás gerudo.

Había pasado tanto tiempo desde la última vez que usó su túnica verde.

Ganondorf sólo se concentró en su rostro y en la manera en la que sus tiernos ojos azules lo evitaban en ese momento.

Sí, estaba más nervioso que nada.

-Amor mío...- Comenzó.

El corazón del otro latió fuerte en su pecho, como hacía cada que lo llamaba así.

El destino de mi alma (Ganlink) [One-shot]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora