Lo aleje porque ya la ropa me molestaba demasiado, ya no la soportaba. Con algo de dificultad por la falta de visión, logré encontrar la punta de la remera y se la quité en un segundo. Él no se quedó atrás, me quito la remera sin dificultad para luego agarrarme de la cintura y hacerme enrollar mis piernas en su cintura. Podría morir de esta manera. Era la tortura más placentera del mundo. Él besandome como si no hubiese un mañana, como si estuviéramos completamente solos en el lugar, divagando con sus manos por mi cuerpo hasta que una de ellas se detuvo en uno de mis pechos. Bajó la copa del corpiño y empezó a atender esa zona. No podia estar disfrutando más ese momento. Mis manos enredadas en su pelo, tiraban de este y lo despeinaban mucho mas de lo que ya lo había dejado. Escuchamos un grito. Miramos los dos en la dirección del grito agitados y aturdidos de lujuria. La voz se sentía cada vez más lejos. Mi corazón ahora latía fuerte de los nervios. Cuando la voz paso a ser inaudible, me solté de su amarre y bajé. No me iba a ir así. Me arrodillé y empecé a desabrochar su pantalon. Lo miro y veo que se inclina de una manera en la que queda reflejado por un rayo de luz y me miraba desde arriba expectante. Esa mirada me dió la confianza suficiente para seguir con mi labor. Bajé su pantalón, y bajé su boxer negro "Calvin Klein".
Él no decía nada con palabras pero su mirada y su cuerpo me decían todo, en minutos íbamos a ser uno. Era el momento, el momento de agradecerle de la mejor manera todo lo que era para mi, y más que un regalo para él, era un regalo para mi. Con asombro y sin poder respirar bien de la excitación, agarré su miembro con mis manos y empecé a masajearlo, despacio, con movimientos lentos y pausados. Levanto mi cabeza y lo miro. Sus ojos ardían, su piel transpirada, su pecho agitado subía y bajaba, sus latidos que se sentían en todo el lugar, su pelo alborotado y con algunos mechones pegados en su frente... no pude soportarlo más y de a poco empecé a sumergir su miembro en mi boca pero sin apartar la mirada de sus ojos. Con mi lengua empecé a jugar con su punta haciéndolo estremecer, sentía su cuerpo vibrar en mis manos y eso me hacía creer que provocando eso podría dominar el mundo a mi antojo. Se inclina hacia delante y apoya una de sus manos en la pared por encima mío y la otra la lleva a mi cabeza extasiado pidiendo que acelere el movimiento. No tuvo que pedir mucho, con gusto le proporcionaría todo el placer que me reclamara. Quiso reprimir un gemido, lo intento sin victoria alguna ya que resonó en el ambiente un gruñido grave proveniente de su garganta. Eso no provocó más que exasperarme y que aumentara mi velocidad y mi fervor. Esos gemidos ya no podían ser silenciados y cada embestida en mi boca era un gemido entrecortado, quejumbroso y grave, más grave de lo normal. Eso me volvía loca, él me vuelve loca. Estoy completa e irrevocablemente enamorada de ese hombre. En un movimiento en el que no me dejó tiempo a reaccionar, me puso nuevamente de pié y me arriconó contra la pared. Con movimientos bruscos y torpes intentó desabrochar mi pantalón fallando en el intento, lo que provocó en mi una risa risueña. Me mira y le sonrío. Espero que no note que tan enamorada estoy de él. Espero que nunca se arrepienta nunca de lo que vamos a hacer. "Yo lo hago" le dije y no esperó hasta que baje el cierre, que de un solo tirón bajo mi pantalón junto con mi ropa interior y mientras me iba tomando de la cintura, con los pies terminaba de quitarme esos molestos pedazos de tela. Me levanta y vuelvo a enrollar mis piernas en su cintura, pero ahora sin barreras, sólo con nuestra piel rozando entre sí. "Lista?" Me pregunta. Ja! Que pregunta. Si supiera que no había nacido y ya estaba lista... "si" susurro mientras le regalo una sonrisa. "Te amo demasiado, gracias por esto" pienso. Siento que empieza a rozar su punta en mi entrada. Cierro los ojos.