Todos sentimos miedo en algún momento de nuestra vida. Ya sea por cosas pequeñas o grandes. Siempre el miedo estuvo en nuestro cuerpo escondido en alguna parte durmiendo para despertar en los momentos menos indicados.
¿Y saben qué? La estoy pasando de maravilla en estos instantes, pero lamentablemente ese miedo se despertó. Mis manos sudan en frío y mis piernas no paran de temblar. Es demasiado el miedo.
Siento como se me erizan los pelos de la nuca y me alejo del suelo, llegando hasta las nubes, viendo horrorizado tal altura desde allí.
Mis manos buscan rápidamente un lugar donde sostenerme pero no puedo alcanzar nada. Estoy paralizado en medio de este lugar, sin poder salir.
—Jungkook ¿Qué pasa?— Preguntó extrañado tocando uno de mis brazos.
Supe que lo hizo porque lo vi, pero en realidad no sentí nada.
—Deberías ver la vista desde allá, se ve todo París— Sonrió y me jalo con todas sus fuerzas hasta dicho lugar.
—Jimin, no...— Me agarré del barandal con fuerza.
—¿Te sucede algo? Estas raro desde que subimos acá ¿A caso no te esta gustando?
Mierda.
Si me gusta.
Solo que, estoy aterrado.
—Yo...— Traté de hablar pero simplemente no pude. Las palabras no salían.
—Bu, me asustas— Me miró preocupado apoyando una de sus manitos en mi hombro —. Pero si que estás tenso hombre, relájate. Te va a doler todo.
—Tengo miedo— Solté de una —. Sácame de acá.
—Pero...— Me miró preocupado —Vamos, vamos.
[...]
—Tendrías que habérmelo contado, mira si te agarraba un infarto ahí arriba ¿Yo que hacía?
—Es que creí que tan alto no era. Además, te veías tan entusiasmado por subir a la Torre Eiffel cuando te comente sobre la idea. No quería que tu sonrisita se fuera y tuvieras una carita de desilusión.
—Ay Kook, no me iba a poner así. Podíamos sacarnos fotos desde acá abajo como lo estamos haciendo ahora— Me miró con sus ojos bonitos e hice lo mismo.
Me quedé un tiempo así para mirarlo con detalle. Amaba sus ojos, eran hermosos, al igual que sus pestañas, mejillas y labios.
Todo era lindo y perfecto de el.
No aguante más y me acerqué a su rostro para besarlo con suavidad y cariño. Jimin jadeo por sorpresa, pero no obstante, me siguió el beso y se relajó.
Sus manos se enroscaron en mi cuello para atraerme más a el y acto seguido yo enrosque las mías en su cintura.
Un choque eléctrico que me sacudió de pies a cabeza volviéndome poco cuerdo, y sentí como algo me estallaba en el pecho.
Mis labios acariciaron los suyos, con ternura, y cuando me separé de el por falta de aire le sonreí.
Le di una sonrisa sincera llena de sentimientos, y el me la devolvió haciendo que mis piernas flaquearan y mis labios picaran por volverlo a besar.
A veces basta una palabra, una mirada, un gesto para llenar el corazón del que amamos. Y eso es lo que el hace conmigo.
Con tan solo fijar su vista en mi, mi corazón late desenfrenadamente y siento desfallecer en sus ojos.
Tan solo quiero mirarlo por horas, y no apartarme de su lado, nunca.
Continuará...
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