Capítulo II: 2 Almas X 1 Invierno de calamidad

53 2 0
                                    

Al amanecer, desperté y vi que Ann ya se encontraba despierta y como era costumbre, se encontraba leyendo su libro.

-al parecer, ya es costumbre tuya despertar tarde ¿no?

Reí un poco al escucharle decir esto, pude divisar una tenue sonrisa en su rostro. Sin poder contenerlo, le pregunte de que trataba su libro, a lo cual ella no me respondió y simplemente me miro, al cabo de unos segundos me dijo:

-secreto

Ciertamente esto solo aumento mi necesidad de saber que era, pero sabía que no iba a lograr que me dijera, por lo cual me estire un poco y salí de la habitación para tomar aire. De camino escuche una conversación que estaban teniendo unos doctores, entre ellos la doctora asignada a la habitación en la que nos encontrábamos Ann y yo.

-no más de 1 mes… en su estado actual, su energía terminara de agotarse en 1 mes.

-pobrecilla... tan joven y estar pasando por esto tan difícil.

-¿ella ya está enterada?

-no se lo hemos dicho aun… pero estoy seguro que ella ya sabe algo.

Fue entonces cuando comprendí por qué Ann estaba llorando y fue entonces cuando sentí más fuerte que nunca sus palabras ‘’puedes vivir con eso’’ ella ya sabía el estado en que se encuentra.

Sumamente preocupado por ella, regrese a la habitación y le miré ahí sentada, con su vista perdida en su librito, sintiendo el pesar de su estado, me acerque ella y sin razón alguna, aparte el libro de su mirada unos segundos, a lo cual ella me volvió a mirar de manera extrañada, sus ojos se veía llorosos, había estado llorando. Al verle, tome delicadamente su cabeza y la recosté a mi pecho, abrazándole suavemente, quedándonos así por varios minutos, hasta que pasado un rato, ella reacciono y con una sonrisa más sensible que las demás, mirando mis ojos con los suyos entrecerrados me dijo:

-gracias… a pesar de no conocerme… pareces tan preocupado por mí.

-te conozco... y te conozco bien, eres Ann Masshiro, mi compañera de cuarto y quiero verte sonreír, quiero ver tu linda sonrisa.

Bastante sonrojado ante mis propias palabras, baje por unos segundos mi mirada hasta que le escuche reír, sonaba alegre, tranquila pero sobre todo, sonaba melódica y linda, creo que lo que más quería era escuchar su risa por más tiempo. Sin decir más, me puse de pie y tome su mano suavemente.

-ven, debe ser cansado estar todo el tiempo en esta cama.

Pasados unos segundos, ella corrió brevemente sus cobijas, descubriendo sus piernas, fue entonces cuando le escuche hablar una vez más.

-yo... no tengo opción, no puedo dejar esta cama

Fue entonces cuando entendí que parte de su estado era parcialmente vegetal, carecía de movimiento en sus piernas, al ver nuevamente su mirada decaer, intente sonreírle y sin soltar su mano le dije:

-no te estaba preguntando... ¡tú vienes conmigo!

Tome una silla de ruedas que estaba cercana a la entrada y la acerque a la cama, sin tan siquiera pensarlo le alcé suave y delicadamente, para luego sentarle en la silla de ruedas.

-d-detente, ¡Hi-hiro!

Mirándole algo asustada, recogí su libro el cual había dejado en la cama y lo coloque en medio de sus manos, mirándole a los ojos y bajando a su altura

-te secuestrare por un par de horas, al menos hasta que tus ojos vean el mundo una vez mas

-idiota…

Esto último lo dijo acompañado de una pequeña ricita la cual me hizo saber que estaba haciendo las cosas bien, la lleve hasta el jardín del hospital, el cual también era la primera vez que yo visitaba, una vez ahí, comencé a caminar junto con ella, mirando el lugar, el cual se veía realmente agradable, silencioso y lindo pero lo que más estaba disfrutando realmente era la compañía que tenía, a pesar que tenía 2 días de conocerla, sentía un gran cariño por ella y una necesidad de conocerla más, la necesidad de hacerle sonreír y la necesidad de escuchar su linda risa. Al final del día, después de haber estado hablando un gran rato, ya parecía ser hora de entrar al hospital nuevamente. Una vez adentro, le volví a recostar sobre la cama y le cobije suavemente, acomode su cabello y su almohada y coloque su librito sobre su mesita de noche. La doctora a cargo de nosotros estaba viendo sin que me percatara de ello, tenía todo el día de estarnos vigilando. En el momento en que termine de acomodar la cama de Ann, sentí un tenue tirón de mi manga.

-nee… gracias, me divertí mucho y... recordé lo que se siente estar viva

Al escuchar sus palabras no pude evitar sonreír, realmente me sentí al saber que había logrado hacer que aquella niña con la mirada fría que conocí ayer, hoy le hubiese visto sonreír tantas veces.

-buenas noches Ann, que descanses

-que descanses

Dándole un corto beso en la frente y un prolongado abrazo me recosté en mi cama, pensando y pensando en lo agradable que resulto ser la presencia de ella. Sin embargo sabía... que esta presencia pronto desaparecería.

不幸 X 祝福Donde viven las historias. Descúbrelo ahora