Besos de jazmín [ TRCNG ]

1. El escritor y el futuro chef

¿Ustedes creen en el amor?

Él sí, pero ha perdido la fe de encontrarlo desde que se ha dado cuenta que tiene veintiséis años y nunca en su vida se ha enamorado de alguien, o siquiera se han interesado en su persona. Su mejor amigo le dice que muchos han tratado de coquetear con él y nunca se ha dado cuenta, tal vez porque en realidad no está interesado en encontrar el amor y prefiere que este lo encuentre a él, aunque eso parece no ser de su interés realmente o eso suele decir cuando le preguntan si tiene novia.

Lo que es de su interés es su trabajo, o su vida emocional, más bien, cómo sus sentimientos están afectando su trabajo. Es una cadena. Se siente frustrado porque últimamente el deseo de tener a alguien a su lado le atormenta o tal vez es el hecho de que no haber estado enamorado nunca, no le permite escribir el romance que siempre ha deseado escribir. Este asunto está distrayéndolo de su trabajo; la última vez que tomó un lápiz y plasmó sus ideas en un papel fue hace más de ocho meses. Todo se debe a que, según Hyunwoo, su mejor amigo, a su vida le falta lo más importante, un poco de romance que le agite el corazón y suspire inspiración literaria en su oreja para dejar atrás ese bloqueo creativo que ha tenido desde hace meses.

Wooyeop piensa que es absurdo, que alguien puede vivir solo sin necesidad de una pareja, pero si es sincero, a veces realmente desea que haya alguien a su lado. Alguien con quien compartir sus pensamientos, con quien hablar y expresarse, alguien que le de besos y lo mime, que sepa quererlo y que lo ame.

Dijo vivir solo, no vivir en soledad.

El cabello negro de Wooyeop cae sobre su frente y las puntas le obstruyen la vista, pero no le molesta. Está sentado en una mesa pegada a un enorme ventanal en la cafetería que queda en el primer piso de su edificio; bebe su café americano como está acostumbrado todos los días a esa hora.

El reloj marca las ocho de la mañana y piensa en la patética y mala higiene de sueño a la que ya se acostumbró en donde se duerme a las tres de la madrugada y se despierta exactamente a las seis con cuarenta de la mañana. Todavía se siente somnoliento y ni el café basta para despertarlo.

Aún así, trata con todas sus fuerzas escribir en su viejo cuaderno de notas lo que se le venga a la mente, cualquier cosa, tal vez así pueda sacar algo bueno para desarrollar su próxima historia de una vez por todas. Así es como normalmente empieza su proceso para escribir, simplemente anota ideas espontáneas que lleguen a su mente o cosas que ve sin contexto alguno.

Solo basta una idea lo suficientemente buena e interesante en su cabeza para que la creatividad y la imaginación ilimitada se compacte en una narración literaria de por lo menos doscientas páginas.

Es viernes y hace un buen día. El clima no es caluroso, una brisa ligeramente fría contraataca los suaves rayos del Sol y el ambiente se siente tan ligero, fresco y relajante. Los pájaros cantan y la gente pasa de un lado a otro, aunque hoy parece no haber demasiada lo cual le agrada sobremanera.

Ah si, Wooyeop disfruta mucho de la soledad. Tal vez tanto que últimamente ha llegado a odiarla.

—Disculpa, ¿puedo sentarme?

Wooyeop se sobresalta y voltea a ver al desconocido. Es un joven de su edad —calcula— de cabello lacio color dorado como la miel, piel blanca y pálida, que lo hace compararlo inevitablemente con la descripción de los vampiros, y una faz afilada, que, aunque posee un rostro masculino, es imposible no encontrar una afeminada familiaridad en sus facciones bien definidas. Posee unos ojos pequeños y rasgados de un color café profundo como la bebida en su taza, una nariz con un puente alto y el tabique sobresalido ligeramente; sus labios delgados se cierran en una línea recta. La delgadez de su cuerpo es algo que lo caracteriza porque se ve realmente pequeño y llega a la conclusión de que parece ser media cabeza más bajo que él.