7. Besos de jazmín

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Dios, si es que hay uno, está divirtiéndose muchísimo con hacerle la vida imposible en un día tan importante como ese. El tráfico no es terrible, pero cada minuto que pasa conduciendo por las estrechas calles concurridas de la ciudad para llegar a su departamento, trata de calmarse a sí mismo diciéndose que podría ser peor, aunque eso no parece tranquilizarlo ni un poco.

Habló demasiado rápido porque ¡por supuesto que podría ser peor! Ni bien entró a su departamento comenzó a desvestirse hasta llegar al baño y abrir la canilla de la regadera. El agua estaba helada y no entendía por qué cuando se suponía que debía tener agua caliente cuando allá afuera el aire otoñal comenzaba a provocarle escalofríos.

Cuando salió de la ducha, el traje negro de gala con accesorios plateados que había preparado desde el día anterior estaba en su cama perfectamente acomodado y planchado listo para vestirse. Consistía en un conjunto completamente negro con un jersey de cuello alto, un pantalón recto a la cintura, un sencillo cinturón de piel sintética y un blazer de doble botonadura; no sabía demasiado sobre ropa, pero el traje entraba dentro de sus estándares de la moda. Entre respiraciones pesadas y nerviosas se vistió, adornó con joyería plateada su cuello, orejas y manos y terminó al ponerse los zapatos negros de charol. Luego continuó peinando su cabello cuidadosamente y finalizó con un poco de perfume —nunca hacía eso, solo en ocasiones muy especiales— antes de salir de su departamento corriendo tratando de no tropezar a medio camino.

Una vez hubo llegado a su destino, se dio cuenta de que el salón era enorme, las luces de varios colores y la música a todo volumen llamaban la atención desde antes que entrara al estacionamiento. En la entrada había una escalinata de piedra con una alfombra roja en medio que dirigía al interior del lugar. Ni bien entrabas, podías ver gente por todos lados y de todas las edades bailando, bebiendo, charlando, tomándose fotos, disfrutando la noche. Nunca antes había estado en una fiesta como esa, cuando él se graduó lo único que tuvo fue una ceremonia en la universidad porque su grupo nunca se puso de acuerdo para planear la fiesta.

19:41

¿Pasó algo? Estoy preocupado.

Avísame si pasó algo.

Llámame cuando veas mis mensajes, por favor.

¿Vendrás?

Suspiró agobiado guardando su celular en el bolsillo interior de su saco antes de acercarse a una joven que parecía estar dándole la bienvenida a todos en la entrada del lugar.

—Buenas noches —saludó amablemente.

—Buenas noches. ¿Me permite su pase?

Entregó con rapidez el pedazo de papel arrugado y la joven le sonrió dándole una bolsita transparente con galletas, seguramente como regalo de bienvenida, indicándole con la mano que podía entrar.

—Disculpa, ¿sabes dónde están los recién graduados?

—La mayoría está en la pista de baile, pero también hay chicos en el patio trasero tomándose fotos.

—Gracias.

Entró al salón y el ruido fue ensordecedor, podía sentir las vibraciones del bajo de la música en vivo haciendo temblar su cuerpo entero y las luces del lugar lo cegaban si mantenía la vista en alto por demasiado tiempo. La decoración del lugar era espléndida de una paleta de colores entre negro, dorado, plata y varios tonos beige. Los graduados destacaban gracias a sus birretes en la cabeza mientras iban de un lado para otro.

Su mirada viajó por cada rincón del lugar caminando lentamente entre las personas para no perderse ningún detalle que le permitiera distinguir a Hakmin entre todas esas personas. No le vio por ningún lado, así que se dirigió a las puertas francesas que se abrían de par en par y daban al patio trasero del lugar el cual estaba alumbrado con luces colgadas en los árboles y algunos faroles en las esquinas que le daban un aspecto mágico al lugar rodeador por la naturaleza.

Besos de jazmín [ TRCNG ]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora