Hoy, lunes, quién sabe qué mierda... mayo.
Hace calor, me sudan los pies, tengo medio testículo fuera por culpa de mi ropa interior vieja y con agujeros. Y qué creen, estoy encerrado.
Tal parece ser que estamos en una clase de aislamiento social obligatorio pandémico, que sino muy bien fue creada por un grupo de científicos de algún gobierno adinerado dirigido por un idiota que sigue creyendo que la tierra es plana, Plutón es un planeta, y que el sol rota a esta masa terrestre en la cual vivimos. Tal vez, y solo tal vez, fue porque a algún miembro de la ciudadanía china le aburrieron los gusanos con perro y gato al vapor, servidos dentro de las costillas de un loro, sazonado con grillos triturados y con aderezo de moco de camello de la tercera descendencia egipcia, quiso probar ratas con alas.
Con la simple razón, motivo y dentro de la muy poca razonal circunstancia en la cual, a aquel ser humano de bajo coeficiente intelectual, y nacido de un coito entre hermanos adictos al crack con un estúpido, pero muy preciso toque de veneno de tarántula previamente preparado con las patas delanteras molidas de una mantis religiosa, deseó degustar a esos mamíferos alados, "para más placer".
