Estaciono frente a mi edificio.
Doy unas cuantas respiraciones hondas antes de salir. Estoy con la vista en el suelo y con el pensamiento perdido. Abro la puerta con fuerza y... golpeo a alguien.
Suelta un quejido y mi mano va en busca del gas pimienta que está en mi bolsa.
Mierda, no quiero ser una miedosa, pero el tiempo no me da tregua...
—¡Ostia puta, soy yo! —Grita—Me diste en la rodilla con la puta... ¡Esta cosa! —Dice chocando su palma abierta contra la puerta, su mirada se cruza con lo que sostengo a centímetros de su rostro, aún sin reaccionar—¿Pero qué coño haces?, ¿Ahora me quieres dejar ciega, también?
—¡Lo siento tanto! —Aparto la mano y bajo mi bolsa, cierro la puerta pasando su brazo sobre mi hombro mientras ella se soba la rodilla con una mano—No pensé que fueras tú...
—Lo sé, quería sorprenderte—Hace una mueca—Supongo que en cierta forma lo hice, sólo tengo que ser más cuidadosa con mis métodos es todo—Dice tratando de reír, pero termina haciendo otro quejido—De seguro es sólo que me diste en el nervio, estaré bien en un par de minutos—Dice tratando de restarle importancia.
Pero no dejo de sentirme culpable, y preocupada. Frunzo el ceño mientras la ayudo a subir al ascensor que nos lleva a mi piso. Soy consciente que es la primera vez que entrará a mi apartamento y eso no me molesta en absoluto, tan sólo me preocupa su estado.
—¡Vaya! —Exclama con ojos abiertos de par en par, asombrada.
—¿Qué?
La ayudo a dejarla en el sofá de cuero blanco en el centro de la sala.
—¿Segura que no nos equivocamos y estamos en el apartamento de soltero del mujeriego que tanto sacan en las pelis esas? —Dice analizándome arqueando sus perfectas cejas pelirrojas.
Ruedo los ojos.
—Es un apartamento de soltera, sí—Muerdo mi labio—Y no soy ninguna promiscua.
No me acuesto con varios hombres...ni siquiera con uno sólo.
Ah... pero sí dejé a Rafael Castillo darme un orgasmo con solo sus dedos. Já, soy un caso perdido.
Me alejo de ella para evitar sospechas. No puedo contarle a Patricia nada de lo sucedido entre Rafael y yo... eso no debió haber pasado. Fue un momento de debilidad carnal que... ¿De qué mierdas estoy hablando? ¡Yo lo quise!
Quizá no tan abiertamente, el ser tocada como una muñeca sin pudor por todas partes fue abrumador, sí, pero también excitante. Lo desee tanto, deseaba que me besara. Fue como si mi chica ansiosa por probar a un hombre, a él, saliera a la luz.
Me sentí tan bien...
Se sintió como si fuera besada con fuego, con cada toque suyo, todo ardía en llamas.
ESTÁS LEYENDO
PASIÓN
RomanceIsabelle Castillo es perfeccionista, trabajadora y con tan solo 22 años ha logrado trabajar para una de las empresas más importantes en el mundo. A pesar de lo bueno, la vida se encargó de marcar su alma. Ya nada es como creía... ¿Qué está mal y que...