F e l i c id a d

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Felicidad, que bonita palabra cuando no corre de su ausencia.
Cuando el mar está en calma. Cuando los lobos nos advierten que la noche está al caer y cuando los búhos
aprecian la ausencia del caos al amanecer.
Andas esperando llegar a ese horizonte y sin querer descubres que la Tierra es ovalada,
pero no te arrepientes del ameno camino recorrido.
El punto exacto de armonía en el que todos los planetas se alinean formando
ese segmento que nunca has podido resolver en matemáticas.
Dos iris humanos completamente idénticos que reprochen al ser humano su existencia como tal.
Cuando el viento grita a mares tu encuentro y las olas susurran a la brisa tu destino.
Esperas a la intemperie un rayo cegador de luciérnagas para indicar
el camino camino hacia la luna que te mira sonriente esperando tu llegada al "País
de las Maravillas".
Terminas desafiando al tiempo yendo al "País de Nunca Jamás",
y cuando te das cuenta los globos de "Up" se han explotado llevándote de vuelta a la realidad...
Las cenizas de la hoguera me enseñó que el fuego solo quema cuando la llama está encendida.
El origen de la existencia empieza cuando tenemos un objetivo predestinado a ser nuestro,
un laberinto para hallar una cura,
una civilización para dar con cinco facciones,
reconocer que el mundo quiere que nos encontremos bajo la misma estrella.
El sentido de la vida es la cuestión que ni Albert Einstein ha podido averiguar,
Vicent van Gogh ha podido ilustrar,
ni Mozart ha podido representar,
a pesar de ser unos genios y humanos brillantes.
Porque es ley de vida, el hombre jamás entenderá la imaginación de los niños,
la mente del adolescente ni los prejuicios de los adultos.
Medianoche, el arco iris y el viento finalmente deciden combinarse formando una aurora boreal testigo
de tus madrugadas enmudecida en el balcón.
Nuestra intriga nos lleva a querer desvelar los misterios de nuestro transcurrir sobre la faz de la Tierra,
que legalmente lo podemos saber, moralmente no.
Si me definieras que es la felicidad no te creería,
si lo hiciera yo no me creerías, cada quién prefiere sentirlo a su manera.
Pues queridos escritores y leyentes, con la a de la última letra de mi nombre,
aquí acaba el principio de un final.

RinconesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora