U N O

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No siempre las cosas suceden como uno lo planea, Yuuri era testigo de eso. Había vivido en carne propia que su mundo se viniera abajo, pero también había vivido la reconstrucción de esta.

Nada había sido difícil, pero la vida era así ¿no? Tenía altas y bajas, Yuuri sabía que por mucho que lucharas, tu pasado siempre regresa y probablemente traería consigo nuevas heridas. Porque lo estaba viendo, su tormentoso pasado había tomado forma.

Se sentía perdido, pero debía guardar compostura, era lo que le quedaba, ya no era un chico de primer grado de universidad. Había crecido y madurado por lo que rogaba que esa madurez no se esfumara.

―   Cuanto tiempo... te ves bien.

Yuuri sonrió incomodo ¿es que la vida no le iba a dar un respiro? Si había un dios le recriminaría por ser tan cruel.

―   Victor... tu... bien, es decir, te ves bien también, mi turno esta por acabar ¿puedo ayudarte en algo?

―   Supongo... vengo a ver a Alek, lo trajeron hace media hora.

―   Déjame revisar... si, habitación doce, está en este piso.

―   Gracias... dijiste que tu turno esta por acabar ¿quieres ir por...?

―   No, tengo asuntos que atender.

Victor asintió sin ganas. Conocía lo suficientemente a Yuuri para saber que estaba evitándolo, no lo culpaba, la historia de ambos había terminado de manera caótica, jamás pensó en volverlo a ver y si lo hacía tenía esa vaga esperanza de que estuviera soltero, pero con el aroma de un alfa sobre el cuerpo de Yuuri sabía que no era así. Probablemente ese asunto a atender era llegar a cenar con su familia ¿Quién no quisiera formar una familia con ese bello omega? Se recriminó, porque había sido ese imbécil que lo dejo ir.

Se arrepentía, durante seis años se lamentó. Creyó haberlo superado, que tonto había sido al pensar eso.

¿Yuuri era feliz?

Victor tomó la caja decorada y se encaminó a la habitación doce.

Yuuri se apresuró a salir del hospital, estaba lo bastante asustado como para permanecer un segundo más ahí, se recriminó por actuar tan infantil, sin embargo, era algo que no podía ignorar, el aroma de Victor era tan atrayente, no solo su aroma. Todo en él era lo era.

Pero recordó todo lo que había vivido cuando estaba en la universidad, el dolor y el vacío que Victor provocó al momento de decidió irse.

Un omega sin marca.

T O G E T H E R [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora