ALANA
— ¡Maldita sea!— maldice Mark mientras baja una caja del automóvil.
Se toma la espalda adolorida, y yo me acerco para ayudarlo. Tan terco como siempre, ha levantado una caja muy pesada y por poco se queda duro como una piedra.
— Ay, papá...— lo regaño tomando la caja con esfuerzo.
— Estoy bien, fue un tirón solamente.— se ríe y toma una caja mas liviana.— Ya no soy joven, no voy a mentirte. Pero todavía descargo la comida cuando vienen los proveedores, así que puedo con esto.
Me río:— Lo sé, pero no quiero tener que llevarte hasta el hospital el día que me mudo al campus universitario, nada más.
— Campus universitario, santa madre de cristo.— dice con el rostro serio.— ¿Cuando creciste tan rápido?
— Papa...
— Parece ayer que iba a buscar a preescolar y te lanzabas a mis brazos.— suspira y veo que se aguanta las ganas de llorar.— Eres una mujer.
Ruedo los ojos:— Sabía que ibas a ponerte sentimental.
Niega con la cabeza y comienza a caminar hacia el campus. Yo lo sigo con una sonrisa y miro a mi alrededor. Hay estudiantes por todas partes, comenzando su vida universitaria y abriéndose a un nuevo mundo. Algo que me parecía ajeno, ahora es mi realidad. Y lo será por los próximos años, mientras que estudie en Washington.
Había pasado dos meses increíbles de verano: había pasado muchísimo tiempo con Taylor, quién había entrado conmigo, sin embargo se instalaría en unas cuantas semanas. Ella obviamente estudiaría moda, porque no esperaba menos de ella. Sabía que sería una gran diseñadora.
También había pasado tiempo con Seth, me había llevado a acampar a un lago, hecho maratones de películas y dibujos animados, y hecho el amor incontables veces. Habíamos pasado un hermoso verano, y de eso no había duda. El problema era su padre: estaba muy preocupado por el club y los muchísimos problemas que tenían gracias a él.
Yo siempre lo había apoyado, pero a este punto no sabía muy bien que hacer. La policía tampoco es que ayudara demasiado: vigilaban a Dominic muy de cerca, en lugar de encargarse en resolver el crimen de Piper y Zac. El detective Rodriguez decía que estaba atado de manos, y que el caso estaba en proceso. Algo que no me convencía demasiado, pero tampoco podíamos decir mucho.
Joe había sido liberado hace una semana, luego de un juicio en el cual fue declarado inocente por múltiples cargos. Y, aunque hubiese estado en la cárcel al momento que Zac muriera, no tenía dudas de que había estado involucrado en ello: no era necesario apretar el gatillo para ser culpable.
Demasiados problemas, ninguna solución. Yo sólo intentaba disfrutar de mi vida sin pensar demasiado en ello, y menos cuando estaba comenzado algo tan importante como mi carrera de medicina en nada más y nada menos que la universidad.
Caminamos por los pasillos con las habitaciones, y buscamos el numero de la que me fue asignada. La puerta es de madera y tiene el numero 534 grabada en negro en un pequeño cartel.
— Aquí es...— dice mi padre y yo abro la puerta con la llave que me dieron.
La puerta se abre y vemos la habitación: es amplia, una cama a cada lado, y un bonito ventanal con cortinas celestes. Un lado de la habitación esta completamente vacío: cama sin sabanas, pequeña biblioteca vacía y un perchero blanco para colgar abrigos y carteras.
En cambio, del otro lado, se podía observar una cama deshecha, llena de cientos de papeles y ropa, una biblioteca con muchas cosas acumuladas y muchos dibujos pegados en sus paredes. Estaba claro que a mi compañera de habitación no le agradaba demasiado el orden, y que prefería simplemente dejar todo tirado.
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Dime Que Me Extrañas (2)
RomanceLa relación de Alana y Seth parece más complicada que nunca. El fin de la secundaria y el comienzo de una nueva etapa, hacen que Ali se plantee seriamente que es lo que siente. Sólo que Seth está dispuesto a lo que sea para volver con ella, y no se...