Layla no entendía como ese individuo demacrado y de frágil apariencia se les acercó, y Sara había paladecido con aparente reconocimiento y su cuerpo temblo al ver un arma apuntándole. Y ella sin pensarlo se abalanzó por intento de detenerlo y evitando una muerte segura.
Ella logra derrumbar aquel hombre con su pequeño cuerpo que amenazaba en disparar a su compañera de clase, Sara. Sin embargo, no logró esquivarlo por completo la bala, ya que este le había rozado la pierna izquierda y la falda de su vestido coral comenzó a teñirse de rojo oscuro, quizás en el momento por la adrenalina no sintió el dolor.
En el suelo, se encontraba encima de él que reflejaba en su mirar odio y sed de venganza; y ella, a pesar de su tamaño tenía la fuerza suficiente para pelear por la posesión del arma.
Se oye un disparo otra vez y el grito alarido del sujeto se hizo presente pues la bala impactó su pierna derecha. Layla bajó la guardia y retrocedió, provocando que ambos dejarán desamparada el arma, en su arrebato logra divisar a Sara sentada en el suelo, aterrorizada y probablemente en shock. Y cómo guardias de seguridad de la universidad se acercaban mientras que el homicida se retorcía del dolor.
Arrastrándose por el suelo intenta llegar a su amiga, y al ver como está amplia sus ojos al mirar detrás, ella se voltea instintivamente viendo como éste hombre toma el arma, a pesar de dolor que expresaba su cara.
—¡Muere, maldita perra! —grita el hombre con odio y dos disparos se escuchan. Entonces, tres guardias se lanzan encima y Layla estaba en el suelo.
Un charco de su propia sangre se formaba debajo de ella, su cuerpo comenzó a sentir escalofríos y comenzaba a perder conciencia. Y gran parte de su vestido coral estaba lleno de sangre y su mirada se dirigía al cielo azul con nubes de matices entre gris y blanco, y su respiración era pausada.
—No... ¡No, no! —los gritos de Sara se oía desesperados; y un guardia se le acerca y la carga en brazos para alejarla de la escena. Sin embargo, se desmaya por el shock.
Los guardias retienen a la gente que se aglomera, pero entre ellos se escapa un joven azabache y bronceado. La mente del joven no lo podía creer; a Layla tirada en el suelo cuando hace unos minutos estaban conversando de los más tranquilo y todo paso tan rápido.
—Vas estar bien —dice no muy seguro al arrodillarse ante ella. Layla sonríe, no reflejaba miedo en sus ojos más que solo dolor.
—Eso... ni tu te la crees... —dijo entrecortado y apenas audible.
—No hables...
—Tengo sueño...
—No te duermas —dijo al mismo tiempo tomaba su mano que comenzaba a helar. Ella dio un respiro profundo y arrugó la cara de dolor.
—De todas formas quería morir... —Layla sonríe mirando al cielo a un punto fijo, en la que él no quería que vea.
....
Empezó mover los dedos lentamente; sus párpados se sentían pesados y los dolores por toda parte de su cuerpo se hacía presente. Un pitido comenzaba a darle dolores de cabeza y a los minutos aparece un enfermera; Layla intenta hablar, pero su garganta le dolía y se sentía muy seca. La enferma remoja un pedazo de algodón con agua y le presiona sobre sus labios.
Minutos después comienza a quedarse inconsciente, pero la enfermera no le permite dándole algunas palmaditas en su mejilla izquierda.
—¿Dónde... estoy? —su voz era rasposa y le dolía hablar.
Una mujer con bata aparece en la habitación, revisa detenidamente a una Layla confundida y agotada.
—Avisen a sus familiares que ah despertado —ordena a la enfermera la mujer de bata y luego se dirige a Layla— soy la doctora Martha Venaviz, tus sentidos se encuentran bien. Ahora solo estás algo aturdida, pero déjame decirte que todo va mejorar.
—¿Qué... pasó? —le dolió una vez más su garganta. La doctora Martha le sirve un vaso con agua.
—Tus familiares pronto vendrán... por el momento necesitas estar tranquila.
Un par de horas después, un hombre mayor pasado de los sesenta años, camina apresuradamente a la habitación 606 del hospital. Dónde la doctora Martha y una enfermera le esperaban en la puerta.
—Buenas tardes doctora y señorita —saluda el hombre con educación— ¿Cómo está mi nieta?
—Buenas tardes señor Zárate —corresponden el saludo— la señorita Layla se encuentra estable en su situación actual, no presenta secuelas permanentes, pero con un tratamiento físico podrá recuperar sus fuerzas.
Luego de una breve explicación de la salud de Layla, ingresan a la habitación. Sentada en su camilla y mirando hacia el ventanal, con la mirada pérdida.
—¿Hija? —la voz de Zárate era de alivio al ver que su nieta al fin a había despertado. Layla volteó confundida.
—¿Abuelo....? — respondió dudosa, y Zárate quedo algo sorprendido hace tiempo que no le decía así. —¿Qué paso? Tengo recuerdos vagos —se tomaba la cabeza con una mano.
—Estuviste mucho tiempo en coma; seis meses aproximadamente, es normal que te sientas aturdida y confundida —explicó la doctora. Y Layla abría los ojos de sorpresa intentando asimilar todo.
—¿Qué... me sucedió? —pregunto. La doctora y su abuelo se miraron.
—Hijita quiero que lo tomes con calma... —decía con cuidado— el hombre, quién te disparo. Se encuentra encarcelado y es el padre de tu amiga Sara. Vino en busca de venganza pero la salvaste, eres una heroína.
El señor Zárate, observaba atentamente a Layla mientras hablaba. Su mirar era serena y tranquila, pero al hablar todos activaron las alarmas en sus cabezas.
—¿Quién es Sara?
♡♡♡
Dedicado especialmente este capítulo a un par de cumpleañeras ; mi hermana y mejor amiga. No creo que ninguna de las dos lo logre ver, pero si e así espero les guste.
Muy aparte de esto espero que alguien por ahí les guste. Está cuarenta me tiene inspirada y floja; así que subiré de 2 a 3 capítulos por semana. Agradecería su apoyo. ♡
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MI LADO BUENO, MI LADO OSCURO
Teen FictionElla había esperado morir en aquel día trágico pero a cambio sólo logró despertar una parte de sí misma que intentó esquivarlo hace años, ahora recuerda quién es; su lado bueno y su lado más oscuro, su objetivo que nunca quiso cumplirlo al enterarse...