El tabú más dulce

10: licencia para mantener

Sesshomaru apenas podía cerrar los ojos sin ver su rostro; ese rostro pálido con esos hoscos, pero encantadores ojos marrones oscuros. Ella es hermosa , una voz en el fondo de su mente siempre señalaba en caso de que él no lo supiera. Pero, él no era estúpido, por lo que era muy consciente de su belleza.

Todavía no podía recordar quién era ella, pero algo dentro de él la reclamaba como suya. Un gruñido de voz dentro de él siempre la reclamaba. Había llegado a comprender que era su demonio interno, una parte más primitiva de sí mismo que mantenía bajo control extremadamente bien en comparación con otros demonios. Pero, su demonio interno ahora exigía que la encontrara, junto con cualquier fuerza que lo hubiera obligado en primer lugar.

Se preguntó quién era esa mujer y por qué su demonio interno la reclamaba tan fervientemente. Ella tenía que ser la persona que él deseaba. Cuando vio su rostro, despertó una serie de sentimientos dentro de él; un fuerte impulso de tenerla debajo de él era uno de ellos. Gimiendo de que estaba seguro, ella hizo eco en su mente e hizo que el fuego bailara sobre sus nervios.

Tenía curiosidad por ella en formas en que dudaba que alguna vez hubiera tenido o pudiera tener sobre otro ser. Quería saber cómo se sentía físicamente, cómo sabía y cómo olía. Quería que ella supiera que ella le pertenecía. Qué extraño, pensó porque ni siquiera podía recordar su nombre, pero quería mucho de ella.

"Esta mujer me mueve sin siquiera saber quién es ella", gruñó. Debería molestarlo. Ella tenía poder sobre él, pero él no podía dejar de buscarla, aunque quisiera. No había forma de que sobreviviera a esta picazón, este tirón, este desgarro dentro de él si abandonaba su búsqueda, incluso si no sabía exactamente cuál era la búsqueda.

¿Dónde está ella ? , se preguntó el ángel caído por enésima vez. Deseó poder encontrarla solo para saciar su curiosidad. Se preguntó si se dirigía hacia ella o si la había pasado por alto accidentalmente. El mundo era un lugar tan enorme y sabía que había estado vagando por mucho tiempo, pero no sabía que habían pasado años. Una parte de él consideraba que tenía que haberla pasado por alto por el tiempo que había estado caminando, pero su demonio interno parecía saber que nunca la pasaría. No podría haberse encontrado con ella todavía o habría sido muy consciente de ella.

"¿Qué eres para mí, mujer?" Sesshomaru reflexionó, con los ojos vagando por el paisaje mientras continuaba moviéndose. Sus cejas se fruncieron ligeramente cuando los pensamientos nublaron su mente.

Los pensamientos del hombre de cabello plateado se desvanecieron cuando llegó a un desfiladero. El acantilado no era lo que llamaba su atención, ni los cien pies cayeron. Olía y percibía la vida antigua. Olía algo que había existido cuando el planeta era poco más que una roca estéril. Antes de que el Jardín fuera azul y verde, la vida había estado allí y había visto crecer todo. Captó el aroma de un dragón.

Sesshomaru habría seguido su camino, simplemente aceptando que estaba al tanto de la presencia de un dragón y que no volvería a pensar en ello. Pero, el dragón salió disparado del cañón. El antiguo reptil tenía dos cabezas y gruñó amenazadoramente al ver a Sesshomaru y su sirviente sapo. Jaken gritó de miedo cuando vio por primera vez al dragón. Sabía que no era rival para un dragón, especialmente uno tan enorme.

"Hmm ... ¿qué es esto que tenemos?" la cabeza derecha se preguntó en voz alta, mirando a Sesshomaru más que a su sirviente.

"Solo un par de alimañas", decidió la cabeza izquierda, lo que provocó la desaparición de Jaken. Después de todo, es posible que no pueda tomar un dragón, pero seguramente su maestro podría enseñarle a ese lagarto de doble cabeza una o dos cosas.

"¿Cómo te atreves a hablar así de mi gran maestro?" exigió el sapo en su voz más alta, agitando su bastón de dos cabezas en dirección a la bestia masiva. Era como si planeara hacer algo con la criatura, a pesar de que era bastante impotente contra el dragón y todos lo sabían.