Capítulo 2

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Se encontraba jugando en el bosque, como era su costumbre de todos los días desde muy temprano

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Se encontraba jugando en el bosque, como era su costumbre de todos los días desde muy temprano.

Prefería estar en el bosque que en su hogar y las razones del porque lo prefería eran muchas.

Le gustaba seguir a animales pequeños, en su mayoría, unos conejos de color rosa.

Ya que al estar tan alejado del pueblo el pequeño Yugi Amane no tenía nada más con lo que pudiera entrenarse. Su hermano ya no pasaba tanto tiempo con él. Talvez había encontrado algo más con lo que jugar.

Lo que era tanto bueno como malo.

Ambos eran juguetes, como los definía él menor. Juguetes dañados pero no ratos.

Aunque ese pensamiento era únicamente de Amane.

Mientras se tuvieran el uno al otro no importaba que estuviesen dañados... aún si no tenían realmente un propósito que cumplir.

Detuvo su andar al escuchar pasos que se acercaban al lugar. Por reflejo, se escondió detrás del tronco de un árbol.

No era común que alguien viniese al bosque, eso se debía a los fantasmas y espectros que solían rondarlo frecuentemente al ponerse el sol.

Al atreverse a sacar un poco su cabeza del escondite pudo notar a un adulto y dos niños.

Parecían estar entrenando ¿Era seguro darles armas a unos niños? lo más probable era que no pero estaban con un adulto, quien fue él que les entrego dichos objetos así que no había problema ¿verdad?

Se quedó mirándolos unos minutos pero cuando el hombre empezó a caminar por los alrededores la hora de irse había llegado.

Empezó a retroceder hacía atrás con pasos cuidadosos.

—Buh

Escuchó detrás de él al tiempo que lo sujetaban por los hombros. No pudo evitarlo y pegó un grito. Giró un poco su cabeza hacía atrás y al notar que solo era su hermano sintió un gran alivio que rápidamente desapareció al escuchar pasos desde enfrente acercarse a donde estaban ambos.

Sin darle explicaciones al más joven hizo que ambos se escondieran dentro de un arbusto, los pasos seguían acercándose.

No sabía que hacer, empezaba a entrar en pánico.

Un conejo se acercó a ellos, probablemente por las bayas que Tsukasa llevaba en su mano libre. Una gran sonrisa se hizo presente en él menor al ocurrirsele una gran idea.

Tomó al conejo y lo lanzó sin mucho cuidado frente a ellos, haciendo salir al animal del arbusto. Cuando escucharon que los pasos se alejaban pudo asegurar que su gran plan había resultado.

—Encontraste algo muy interesante Amane.

Comentó mientras su hermano acariciaba su cabeza.

—Al igual que yo.

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