Capitulo 5 de la segunda temporada

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Justin pasó su brazo por encima del respaldo del sillón y luego lo dejó caer sobre mis hombros. Recosté la cabeza sobre su hombro y suspiré.

-Perdona, Justin.

-No digas nada-susurró-. Ya está, no quiero hablar de eso.

-Es que soy una estúpida, no… no sé que me pasó, te juro que no pienso lo que digo, no sé por qué siempre te acuso de engañarme o de otras cosas. Lo único que sé, es que mi papel principal en este matrimonio, es arruinar todo. Siempre estoy metiéndome en donde no debo, diciendo estupideces, y te prometo que no volveré a hacerlo, solo, no me dejes.

Justin apoyó su cabeza sobre la mía y bajó del todo el volumen del televisor. El partido de hockey ya había acabado y era el comienzo del espacio publicitario. 

-No voy a dejarte, _______. ¿Crees que podría?

-Dijiste que te ibas a Inglaterra.

-Sin ti y los niños no me iría nunca, lo sabes.

-Estabas tan enojado cuando me dijiste eso, que te juro que tengo miedo. No he podido dormir ni un segundo, tenía miedo de despertar y que no estuvieras.

-No haría eso, ______. Ya te lo he dicho.

-Te amo, Justin-susurré al borde de las lágrimas.

Estaba siendo de lo más cortante conmigo, y lo comprendía, tenía sus razones. Estaba más que claro que está vez iba a ser difícil que me perdonara de una sola vez, pero, lo estaba intentando y pude darme cuenta de eso.

-Yo también te amo.

Gracias a Dios lo había dicho. Si se hubiera quedado callado, no habría podido soportarlo. Una angustia se apoderaba de mí, sentía un nudo en la garganta.

-Si no quieres que nos mudemos, entiendo.

-Por mí, está todo bien-admití-. Pero Austin ya tiene amigos y las niñas se han encariñado con Caroline.

-No creo que eso sea problema-respondió sin dedicarme su mirada.

Nos quedamos en silencio. En mi cabeza comencé a pensar como sería adaptarse a un nuevo país, una nueva casa, nuevos amigos y colegio, para los niños. Justin iba a pasar más tiempo fuera de casa, aun que ya no debía salir del país para trabajar. 

-¿Justin?-pregunté buscando su mirada en la oscuridad.

-¿Mmm?-preguntó bajando su mirada para chocar con la mía.

-Yo si quiero hablar sobre nuestra pelea.

-He dicho que no es necesario, _____-respondió con cautela-. ¿Quieres que vuelva a enfadarme?

-Sigues enfadado, lo sé.

-No sigo enfadado, pero si sigues con esto si voy a enfadarme nuevamente.

-Créeme, te conozco.


Justin suspiró y apartó su mirada. 

¿Otra vez, _____? ¿Es que no puedes cerrar la maldita boca?-me pateé mentalmente.

-Perdona.

-Deja así.

-Justin-supliqué.

-Ya. Dije, que dejes así como está.

Quitó su brazo de sobre mis hombros y tomó su vaso con zumo. Dejé caer mis hombros y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Siempre arruinaba todo lo bueno. Quizá Justin estaría mejor sin mí. 

Mi esposo terminó su vaso de zumo y se puso de pie con el vaso sucio en mano. Apagó el televisor y comenzó a caminar para salir del living. Si seguía enfadado y era mi maldita culpa.

-Me odio tanto-murmuré mientras agarraba mi vaso y terminaba el contenido de una sola vez.

Salí del living cuando Justin iba subiendo las escaleras de camino a la habitación. Lo vi desaparecer cuando dio la vuelta para dirigirse por el pasillo. Entré a la cocina y enjuagué el vaso que acababa de utilizar, me apoyé sobre la encimera y cubrí mi rostro con ambas manos. Dejé que mis ojos se inundaran de lágrimas para luego dejarlas salir. Me detestaba demasiado como para pensar en algo razonable. Tomé papel de la cocina y soplé mi nariz. Respiré profundo y luego de frotar mis ojos, apagué las luces mientras iba haciendo mi camino hacia la segunda planta de la casa. Me quedé estática en el pasillo cuando escuché a Justin cantar por lo bajo. Apoyé mi cuerpo en la pared a solo centímetros de la puerta y me deleité con su hermosa voz.

-you got it you got it bad when you're on the phone hang up and you call right back you got it you got it bad if you miss a day without your friends your whole life's off… -se quedó callado por unos segundos-. Vamos, puedes entrar, ya te oí.

Abrí los ojos de par en par y me reí nerviosamente. Justin asomó la cabeza por la puerta y me observó unos segundos antes de hablar.

-No eres tan silenciosa como crees-dijo con un tono de burla. Salió completamente de la habitación y frunció en ceño-. ¿Por qué has estado llorando?

Realmente, si me conocía.

Miré hacia atrás antes de girarme de nuevo hacia él y señalarme con un dedo en mi pecho.

-¿Yo?

-Si tú, ______-se cruzó de brazos-. ¿Por qué has estado llorando?

-No he llorado.

Largó una baja pero audible risa amarga y luego centró su mirada en mis, seguramente, ojos rojos.

-Estoy esperando que respondas.

-Es que dices lo que se te viene a la mente, Juss-dije desviando la mirada-. No he llorado.

-No te creo-se dio la vuelta y entró a la habitación-. Pero si no quiere contarme, no voy a presionarte.

Suspiré mientras entraba a la habitación y cerraba la puerta detrás de mí. Justin se metió en la cama y observó mi andar hacia el baño. 

-Mierda-musité al observarme en el espejo.

Y yo esperando que se la creyera. Reí amargamente y me lavé la cara, cepillé mis dientes y apagué la luz para salir del baño y encontrarme con un Justin de ojos cerrados y cara angelical. Apagué la luz de la habitación y me acosté al lado de Justin. Suspiré agotada, por lo menos ahora lo tenía a mi lado y no escaleras abajo.

-Hasta más tarde-dijo casi en un susurro.

-Hasta más tarde, Justin-dije para luego darle la espalda.

No fueron minutos, sino segundos, cuando Justin me abrazó por detrás y besó mi cuello.

-Odio estar mal contigo, maldita sea. Te amo-murmuró.

Tomé sus manos que reposaban en mi vientre y las junte con las mías.

-Yo también te amo.

Nos quedamos profundamente dormidos cuando el sol comenzaba a salir y los pájaros ya cantaban a lo lejos.




-¡Baaaaaaaaaasta!

Seguido de un gran grito, dos llantos de nena.

-¡Déjenme en paz! Y no lloren que mamá y papá van a despertar.

Los llantos cesaron, pero los sollozos se podían oír. ¿Es que Austin creía que no nos había despertado?

-Malditos-murmuró Justin contra mi cuello.

-Se te ha pegado mucho esa palabra, Bieber-dije sin siquiera abrir mis ojos.

Justin dejó escapar un leve sonido de su garganta y luego sentí como quitaba sus manos de mi cuerpo. 

Un tremendo ruido escaleras abajo me hizo abrir los ojos de golpe y sentarme en la cama. Justin ya estaba casi corriendo hacia la puerta de la habitación.

-Voy a ver que es lo que esos tres se traen con tanto bullicio. Tú quédate aquí.

No iba a quedarme de brazos cruzados en la habitación, así que me dispuse a bajar detrás de él. La puerta volvió a abrirse y la cabeza de Justin se asomó.

-Es en serio-dijo.

Reí al darme cuenta lo gracioso que era ver solo su cabeza en la habitación.

-No quiero que bajes.

-Está bien.

La Bella Y La BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora