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Mi mejor recuerdo de Rosalinda es verla tan pequeña, inocente, dulce acercándose a mí y ofreciéndome un huevo frito de plástico y sin poder decirle ya estaba full. 

He estado en la vida de Rosi desde sus primeros meses en la barriga de su madre, mi hermana, y aunque el amor de madre nunca se compara ya yo la amaba antes de conocerla tal cual a como su madre sintiéndola, al nacer la llenamos de tanto amor toda su familia, la cuidé y estuve siempre que podía con ella a veces la consideré más como una hermana pequeña, una que nunca tuve. 

Al pasar los años se volvió una mujer amable, inteligente, correcta, amistosa, soñadora, altruista, fuerte, sensible, cariñosa a su estilo y hoy más que nunca ME SIENTO ORGULLOSA DE ELLA
Att Mircia

Cartas a una RubiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora