Soy

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Siento pasos lejanos y cercanos de una multitud adicta a las sensaciones a mi alrededor. Eso ya no importa demasiado.

He aprendido a andar sola, a convivir conmigo misma. Antes solía ser como una cachorra, una perra entre una multitud de gentes que rogaba por dádivas, por un poco de amor. Pensaba que sólo hallando a mis pares iba a lograr saber quien soy. Eso y mi ego exaltado que quería comprenderlo todo, darle lógica a todo, eran el norte de mi vida.

A veces, me miro en el espejo y por fin encuentro quién soy. Ese eterno juego de la identidad... A veces, me miro en el espejo y no encuentro quién soy. Luego, me doy cuenta que la única forma de encontrarme es dejando de verme en reflejos ilusorios y pasajeros. Comienzo a buscarme a mi misma y entiendo que el viaje ni siquiera está por la mitad. Mientrás más me busco, más profunda y mística me encuentro, más lejana de la total verdad que encierra mi existencia. Esto me marea, me parece injusto, y en días donde nada parece mejor que el hambre, reniego ante la misma vida. Me digo:  "Antes, deseaba encontrar la verdad sobre la vida, el cosmos, el universo y nunca encontraba una respuesta. Todo se volvía más y  más extenso cada vez que me acercaba a lo que yo pensaba, era la pista final. Hoy, que me quiero encontrar sólo yo, es exactamente el mismo sentimiento, hoy, que no ambiciono más que saber quién soy y para qué estoy aquí, me doy cuenta que el juego de la búsqueda, de por sí, parece inconmesurable".

Siento pasos lejanos y cercanos de una multitud hambrienta de sensaciones a mi alrededor. Eso realmente nunca importó.

Redención: Relatos sobre una caja negra y un arcoirisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora