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CENICIENTA Y EL CAZADOR

Si te dijera que cada noche antes de dormir me hago una cortada pequeña en las piernas, los brazos, o donde quede espacio, que cada que intento dormir no logro cerrar los ojos y termino durmiendo una hora al día para comenzar la universidad con bolsas violáceas bajo los ojos que apenas están abiertos, pero sin pizca de sueño. ¿me creerías? o solo me atacarías como los demás.

 -Estúpida niña apúrate!!.

Y ahí esta, la primera persona que me ataca en el día, mi madre.

 -Ya se!!! carajo, si no quieres tenerme aquí déjame ir de la casa!

A pesar de los mucho que a mi madre le estorbaba tenerme aquí, asqueandole la existencia, como ella solía decir, simplemente por algún motivo, tal vez mas un capricho, ella no me dejaba ir, obligándome a hundirme en este sitio de incertidumbre y violencia.

 -Como si te fuera a hacer el favor.

Ahí estaba, la misma respuesta de siempre.

Mi familia es la distorsionada versión de la familia de cenicienta. Solo que mi madrastra no me maltrata, en realidad la que lo hace es mi madre, desde que mi padre murió ella comenzó a tratarnos así a Marian y a mi.

Marian es mi media hermana.

Y luego esta Tom, pero el nunca esta en la casa.

 -Hey Alexa- escuché decir a Marian mientras venia corriendo hacia mi con mochila en manos, tan energética, liberal y sonriente como siempre, como si nada le importara nuestro alrededor, inmersa en su inocencia.

-¿que pasa Mari?

 -Buena suerte en tu primer día como niña nerd becada en una escuela de ricos imbéciles- la voz de ella parecía alegre, he incluso reía ladinamente, ambas teníamos la misma edad, con diferencia de 10 meses, si, mi mama la tuvo apenas nací yo. Y aunque ni siquiera fue con mi padre, Mariam no tiene culpa de eso. Yo a ella la quería sin importar eso.

 -Ni que lo digas, tendré que mezclarme con hijos de papi, me hubiera gustado que quedáramos en la misma escuela.

 -La nerd aquí eres tu. Niña asocial, tienes suerte, ya quisiera yo poder ir a esa escuela, escuche que Mathias Muller va en esa escuela! ese papito debería de ser de quien lo admire tanto como yo!

-Ja!- dije golpeando su  nuca -por tontadas como esa es que no puedes subir tu promedio.

Cuando llegue al campus de la universidad quede boquiabierta, carajo que podía llegar a parecer una mini ciudad!. Una sola de las aulas era lo que abarcaba mi sala y el baño de mi casa. Simplemente un laberinto lleno de colonia y aroma a shampoo caro. La universidad Alborán lugar de ratas vestidas de ceda, y vaya que de la mas cara.

Dispuesta a sentarme en el fondo, al haber llegado al que seria mi salón por las próximas semanas, y empezar ya con este martirio, una maestra con traje elegante y tacones altos, con cara de indiferencia, me habló.

 -Hey niña!

Tome aire y suspire, era mi primer día y ya tenia que congeniar con maestros soberbios.

 -Si, ¿la puedo ayudar en algo?

 -¿ves a esos jóvenes de allá? necesito que le digas al alto con chamarra negra que venga, se llama Acxiel.

 -Vaya nombre- me di media vuelta y dirigí el paso hacia el lugar señalado, en donde pude escuchar una fracción de la conversación del pelinegro con el rubio.

-Hablas de tu nombre super raro de otro mundo?. tan raro como tu.

Decía un chico rubio, menos alto que su acompañante, pero que se las daba de superior claramente.

 -Es ac..

Antes de que el pelinegro terminara su dialogo, inmediatamente me incluí en aquella conversación para así, poder terminar con ella lo antes posible.

-Acxiel, verdad?.

Ese chico estúpidamente alto desvió su mirada del rubio a mi, cambiando su semblante de uno irritado a uno intrigado. Como si le sorprendiera mi presencia, no desvió ni un segundo su mirada de mi.

 -Si, y tu eres?- su voz sonó ronca y sombría, vaya tipo raro, toda su apariencia dice a gritos "soy un integrante de una secta satánica" desde la chamarra negra cuya capucha llegaba hasta su frente, hasta sus ojos raros, con el cabello ligeramente asomándose, negro, incluso mas que la chamarra. no necesito juntarme con tipos como este.

 -No necesitas saber mi nombre, esa maestra me pidió que te llamara.

Me fui, pensé que era lo correcto, pero luego me di cuenta del error que cometí,  el error fue haber cruzado palabra con ese idiota. 

No podía sospechar en ese instante, que tras esos ojos rarísimos, se ocultaba una verdad oscura y ahora lo lamento.



LECTOR DE UNA CARTA SUICIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora