El profesor respiro tranquilo una vez que estuvieron arriba de la ambulancia y lograron retomar la comunicación con Palermo y el resto de la banda. Habían logrado neutralizar al equipo de GEO que se había metido y luego de una correcta negociación, les habían prometido a Rio. Todo iba según lo planeado para la banda. Ahora, si le preguntaban a Sergio... Todo estaba saliendo para la mismísima mierda.
Miro de refilón el asiento del copiloto, donde Raquel iba en completo silencio. Se habían besado producto de la euforia de saber que les entregarían a Rio, pero no habían hablado nada acerca de lo gilipollas él había sido. Le había dicho débil, en la cara. Le había gritado después. ¿Quien mierda era él para hablarle así?.
Dio un golpe al manubrio sintiéndose impotente ante él mismo. Otra vez en su interior, dos personalidades opuestas luchaban para hacerse con el mando. Muy a su pesar, tenía que admitir que El Profesor era mucho más impetrador que Sergio y que sinceramente, hasta que conoció a la inspectora nunca había tenido ganas de separar a uno del otro. Siempre había dejado que El profesor, ese inadaptado asocial e insensible se apoderara del introvertido Sergio. Parecía que eso no le venía bien a la hora de llevar una relación.
—¿Qué pasa?. — Preguntó Raquel.
Sergio volvió a sacar la vista de la carretera durante unos segundos, solo para mirar a esos ojos almendra que tanto le gustaban. Cogió aire de forma exagerada y abriendo la boca, esperó que las palabras que pensaba salieran por la cavidad.
Quiso pedirle perdón, decirle que sabía que había sido un completo tarado al gritarle y que le prometía que nunca más lo volvería a hacer, que de verdad estaba muy arrepentido. Y que lo tenía enamorado hasta los huesos.
— Nada. — Dijo, y se acomodó las gafas aunque no hiciera falta.
Volvió a mirar la carretera ignorando todo lo que le pasaba, intentando que la mirada triste que le dirigía su mujer no le penetrara el corazón. Se sentó recto en el asiento
—Aprovecha a dormir un rato. — Esperaba que el tono hubiera sonado tan ligero como esperaba. — No va a pasar nada hasta mañana por la mañana, cuando traigan a Rio.
—¿Y tú?.
— Después. Todavía aguanto un poco más. — Dijo, en realidad era su horario de sueño pero estaba tan excitado que se mantenía insomne. Le dirigió una sonrisa pero ella no llegó a verla, ya se había levantado para pasar a través de los asientos a la parte de atrás.
— Vale. — Contestó ella sin más. Sergio se quedó solo, hasta El Profesor se había marchado.
Afuera, la carretera apenas iluminada y más allá, del lado derecho del camino, el mar los acompañaba en su recorrido fluyendo a la par de la camioneta. Suspiró, era una noche preciosa. Frente a él podía ver el cielo surcado por estrellas y recordó las noches tan hermosas que habían compartido en Palawan, a orillas de otro mar.
En la radio, a la que no le había prestado atención hasta recien, comenzó a sonar una balada del ya muy conocido por él Van Morrison, con su estridente voz entonaba "Have I told you lately?". No se sorprendió que en la parte de atrás de la camioneta, el coro empezara a cantar.
Y por el coro se refería a Raquel claro, que no solo era una vehemente fan del cantante sino que además era una fantástica interprete. Sergio lo había comprobado más de una vez durante el tiempo que compartieron en Palawan, se había vuelto casi rutina que ella comenzara a tararear alguna canción, él la sacara con el piano y la dulce Paula se les uniera con alguna improvisación antes de ir a dormir.
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Un instante
RomanceMientras la banda funde la reserva nacional de oro, Sergio tiene algunos asuntos en su cabeza.