2. Dos palabras.

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—¡Mike, apaga la aspiradora!— Grité, esperando que él escuchara.

Ya iban 7 años con la misma pelea cada día. Un día a la semana Mike pasaba la aspiradora, lo mas temprano posible. Y la verdad, sin sonar perseguida no se muy bien si es para molestarme, o porque le es mas conveniente.

No respondió.

Miré la hora y eran las 9:00am, un hermoso domingo arruinado desde la mañana, por Mike.

Decidí bajar de la cama, sin más. Decidida a quejarme directamente con el pelinegro.

Me puse las pantuflas más cómodas que encontré y bajé a su encuentro.

—Mike, ¿Apagas la aspiradora?

Me ignoró.

—¡Mike!

Al fin logro oírme. Volteo hasta que pude ver perfectamente sus ojos, sus hermosos ojos.

—¿Qué pasó, cielo?— Sonrío —ya era hora que que despertaras, es tarde

—Son las nueve— Me quejé. El chico usaba un delantal blanco, el cual estaba decorado con un único y pequeño corazón rojo en el centro.—Y es domingo...

—Claro, ¿Cómo no tienes clases puedes quedarte hasta la tarde tirada en la cama, sin nada que hacer?— Sonrió —No, cielo.

El piso ya no tenía ningún rastro de polvo. La casa era pequeña, pero Mike siempre se encargaba de mantenerla limpia. Se formaba de un piso, tres habitaciones, y un sólo baño. Las paredes eran blancas, al menos las del salón, en cambio mi cuarto era celeste, color elegido cuando tenía sólo diez años; La de Mike era verde, pero uno completamente claro; la habitación faltante era anaranjada y pequeña.

—Pero...

—Sin peros— me interrumpió —Ayuda a Carmen, debe estar aburrida cocinando sola.

Sin más, me dirigí a la cocina.

Carmen es la novia de Mike, bastante mayor, de unos treinta años más o menos, pero a Mike le gustaba, y aun que a mi me pareciera completamente antipática es decisión de Mike con quien sale y no interferiré nunca ahí.

Entré.

—Oh, eras tú— Escuché la voz de Carmen —Buen día.

—Hola— saludé fría.

Carmen tiene un cabello castaño, más claro que el mío; tiene ojos cafés y algunas arrugas acompañándolos. Tez pálida y peso perfecto, definitivamente bien conservada.

—¿Vienes a ayudar?— dijo seca mientras calentaba una olla —Porque no quiero a una niñita interrumpiendo.

—Si, vine a ayudar.

—Bien, ayuda con la sopa, ven aquí— Me indicó —Iré al spa.

—¿Para qué?—Pregunté, mientras tomaba una cuchara de madera para comenzar a revolver la sopa.

—Para verme hermosa para tu papi— Soltó coqueta sin borrar la sonrisa de su cara, mientras tocó la punta de mi nariz con su dedo índice.

—Dudo que te sirva...— Susurré

—¡¿Qué?!— Y luego de eso, llegó Mike.

—Que te relajes, ella lo hará todo— Sonrió el pelinegro —Ve al spa amor, todo estará bien.— Carmen se acercó lentamente hasta juntar sus labios con los de Mike.

Los ignoré, siguiendo con lo mío.

En estos siete años viviendo con Mike, no he ido a un colegio. Mike contrata a un profesor particular para mi, pero al igual que cada año este también asegura que me llevará a un liceo para poder socializar.

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⏰ Última actualización: Dec 16, 2014 ⏰

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