1. Nunca estarás sola

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Tenía nueve años cuando todo sucedió.

En ese entonces vivía con mi primo, mi madre, mi padre y uno que otro sirviente que se quedaba en la casa de manera temporal–Osea, hasta que mamá se aburría de él– .

Desperté, como cada día, dispuesta a hacer la rutina diaria.

Al abrir la puerta, un nuevo sirviente se encontraba a un lado. Era bastante joven, de unos 16 años como máximo. Su cabello negro llamó mi atención, cabellos oscuros, delicados, perfectos.

—Buen día, señorita—Dijo él, justo antes de inclinarse levemente en señal de respeto. Su voz era suave, pero firme, ideal.

—¿Quién eres?—No pude evitar preguntar. Estaba muy desarreglada como para conocer a alguien, al menos formalmente. Vestía un largo vestido que usaba para dormir, y mi cabello no tenía un orden, ni siquiera estaba decente. Me arrepentí de no haber salido con ropa normal.

—Soy Mike, querida— Sonrió —Tu nuevo sirviente.

Sin más que decir, salí de ahí. Baje las escaleras, sintiendo el frío de la cerámica invadir mis pies.

Llegué a la cocina y vi a mi madre decirle a una sirvienta lo que quería para desayunar. Sus caprichos son muchos.

—Margot, buen día— Dijo fría, como siempre.

—Buen día...

Luego de comer, fui a la sala de estar. Papá estaba saliendo, silencioso, pero desde el sofá se puede ver perfectamente la puerta de entrada.

—¿Papá, donde vas?—El aceleró su paso. Mamá me regañaba cada vez que salía al patio sin ropa "decente", pero en este momento me daba igual, la curiosidad siempre fue mi lado débil.

Salí, sin dudarlo.

Vi que mi padre guardaba dos maletas en la parte trasera del auto, ni idea de para que. Traté de esconderme, pero era tarde, él ya me había visto.

Mamá apareció detrás, sin aviso previo.

—Margot, querida— Dijo en el momento que puso su mano en mi hombro —papá te llevará a dar un paseo.

Mi padre me miró fijamente, se veía culpa en él.

—Vamos, Margot—Soltó al final, ofreciéndome su mano.

Desde ese momento supe que algo andaba mal.

Al subir al auto, entre los arbustos logre ver la silueta de el chico que había conocido esta mañana. ¿Por qué estaba ahí?

El auto se comenzó a mover.

Más o menos dos horas habían pasado, me dolían las piernas, pero papá había dicho que no quedaba mucho, y era lo único dicho por él en todo el largo camino.

—Cuando lleguemos, sacaré las maletas y te quedarás ahí a esperarlas, y luego irás a la entrada de el lugar.

—Esta bien, papá— Sonreí. Pude notar culpa en él, ¿Donde me llevaba?  

El auto paró.

Papá bajo del auto, y sacó las maletas, tal y como había dicho yo lo esperé.

Tome las maletas y él me indicó donde debía caminar, para luego desaparecer completamente.

No me preocupé, de seguro fue a buscar estacionamiento, o al menos eso quería pensar.

Caminé, hasta ver el titulo de el lugar al que me dirigía.

Orfanato.

Tras leer eso, un tipo salió de la nada y puso un arma en mi cien.

¿Robarle a una huérfana, enserio?

Y apareció mi salvador.

Mike golpeó a el ladrón, mientras yo veía la escena sin entender mucho. ¿Que hacía él aquí?

Finalmente, el ladrón se quedó rogando perdón en el suelo, completamente indefenso. Mike tenía sangre en los puños, lo que vi pudo darle miedo a muchos, pero a mi no me afecto en lo absoluto.

—Señorita, ¿Está bien?— Preguntó con una sonrisa en la cara. Algo sudado y cansado, pero no era ningún defecto. Soltó a el otro chico, –quien salió corriendo al instante– para darme la mano, sinceramente.

—Ahora lo estoy— Fue lo que quise decir, en ese momento. Pero básicamente lo que dije fue un simple "Sí".

Los años pasaban y Mike decidió adoptarme. El chico rubio que conocí a los nueve años de edad, se había convertido en mi familia.

Imagen de Margot a los 9 años.

Mi fiel sirvienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora