—No lo sé Bev, no es como si me gustara Bill, solo—Fue interrumpido por la pelirroja.
—No te entiendo, Richie, vienes hasta aquí para decirme que sientes algo por el trataja y ahora te niegas a aceptar que sientes amor por él—Cambió de posición en un intento fallido de estar más cómoda, tumbándose con su mirada fija en el techo.
—Esto no puede ser amor Beverly, claro que no me entiendes.-Se apoyó en sus codos y frunció el ceño.—Sé perfectamente cómo es amar a alguien, pero esto es distinto.
—¿A qué te refieres con que es distinto?—Imitó la pose de su amigo y le miró a los ojos.
Fue entonces cuando se dio cuenta de lo cerca que estaban.
Volvió a tumbarse para no incomodar a Richard, y se llevó otra palomita a la boca.
El de gafas por el contrario se irguió, sentándose en la cama de su acompañante.
—Me refiero a que nunca lo había sentido antes, Bill es-¡Hey!—Le pegó un pequeño golpe en la pierna a la de ojos azules, se estaba acabando el bol ella sola. Le arrebató el recipiente, dispuesto a acabarse lo que quedaba.—Bill me hace sentir demasiado bien, no puede ser amor, Bev. Es como si me perdiera cada vez que lo tengo al lado, pero no es perderse en sí, es extraño, me siento muy seguro pero también perdido, ¿sabes? ¡Beverly, voy enserio, joder!
Sacudió a la pelirroja con un tanto de impaciencia, se estaba haciendo la dormida.
No tardó en estallar en carcajadas al ver la cara de molestia de Richard.
—Lo siento, idiota, si quieres hablar de amor no soy la indicada.—Se sentó, quedando enfrente del contrario.—Si tanto te confunde, ¿por qué no vas y se lo dices?
—No pienso contarle nada de esto a Bill y doy por hecho que tu tampoco.—Le amenazó con la mirada y le tiró una palomita quemada al pelo.
—Por supuesto que no se lo voy a contar a la metralleta, ¿quién te crees que soy?—Fingió tristeza con semblante divertido, el cual despareció al ver cómo el de gafas se enfadaba otra vez—¡Oh!, lo siento, olvidaba que hablo de tu novio.—Rodó los ojos—No seas bobo, sabes que también le tengo cariño a Bill.
Richie hizo una mueca de incomodidad y dirigió su mirada hacia la ventana.
—¡No pongas esa cara! Ya sabes a lo que me refiero.—Golpeó levemente el hombro de Richard.
Él se había mantenido en silencio todo el tiempo. No lo había pensado hasta ese momento, pero existía la posibilidad de que Bill sintiera algo por Beverly. Al fin y al cabo, ellos siempre estaban juntos, y la complicidad era obvia.
Se levantó mientras suspiraba.
—¿Crees que siente algo por tí?
Los ojos de su amiga adoptaron un brillo que no tenían hasta ese momento.
—¿Por qué le gustaría yo a Bill?
—Porque eres perfecta, estáis todo el tiempo juntos y se le nota en la mirada, Bev.—Sus orbes se dirigieron hacia el suelo por unos segundos, luego los posó sobre la pelirroja.—Tengo que irme, mañana podemos quedar otra vez, si quieres.
—Claro, Rich, pero—Hizo una pausa para examinar al rizado—¿Estás bien?
—Ajá.
Salió de esa casa un tanto apresuradamente, iba hacia el hogar de William, de alguna forma necesitaba verle.
Llegó diez minutos después y tocó el timbre demasiadas veces, de una forma irritantemente insistente, sonriendo cuando un ojiazul despeinado y con la ropa desarreglada abrió la puerta en un bostezo.
—Así dejé a tu madre ayer—Rió ante su propio chiste a pesar de que se sentía realmente mal al verle, imaginarle con Beverly tan solo empeoraba la situación. Bill se limitaba a negar, feliz de que fuera Richie quien estaba allí, pero siendo consciente de que nadie más tocaría el timbre de esa forma.
Hizo una sonrisa más parecida a una mueca y abrazó a William por los hombros, el cual correspondió casi inmediatamente, pasando sus brazos por las caderas del de gafas.
Todo estaría bien si esa nube de vapor, haciendo su aire faltante, no se hubiera creado en el pecho del mismo.
Richie sentía cómo sus mejillas ardían y cómo el latido de su corazón se aceleraba de una forma que le hacía dudar de su cordura en ese momento. No estaba seguro de estar en sus cinco sentidos, su vista se volvía más borrosa de lo normal, apenas podía escuchar, casi ni podía tragar y podría jurar que estaba temblando.
—Buenos días, Big Bill.— El cariño con el que lo dijo hizo que William le acercara un poco más a él y depositara un pequeño beso en su hombro.
—B-buenos días Richie.
Apretó un poco a su amigo en el abrazo y se separó, era increíble cómo se había sentido instantáneamente bien.
El mayor de los Denbrough hizo una seña con la cabeza en dirección a las escaleras.
—N-no est-están mis p-p-padres.
Richie subió las cejas por un momento, haciendo que el ya existente sonrojo de Bill se intensificara, y ganándose un pequeño golpe en el hombro por segunda vez ese día.
Subieron las escaleras dejando que sus manos se rozaran, para acabar entrelazando sus dedos, causando la misma reacción en Richard que el abrazo minutos antes.
Respiraba con un tanto de dificultad, pero ya se había acostumbrado a estar con Bill de esa forma.
Eso no podía ser amor.