Escondite

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Sus respiraciones estaban agitadas al cien por ciento y sus corazones parecían que en cualquier momento iban a salir de su pecho, y es que si seguían a ese ritmo Chuuya creía que les iba a dar algo para no volver a despertar, que de alguna manera no les vendría mal en el momento en el que estaban viviendo actualmente.

No sabían cuanto tiempo llevaban corriendo de esa manera, pero lo que si sabían es que con cada calle que pasaban mas zombies se agregaban a la horda que los estaba persiguiendo por atrás.

Las armas improvisadas no querían usarlas, pues si atacaban a alguno de ellos el doble iba a abalanzarse sobre ellos y si era así no tendrían ninguna oportunidad de poder perderles y escapar. Cada vez faltaba poco para que llegaran a los edificios que creían era un lugar seguro, pero las esperanzas de llegar también caían cada vez mas bajo.

-Dazai... No-no puedo respirar.- La voz de Chuuya salió entre cortada por el intento de mantener el aire en sus pulmones. Su pecho empezaba a arder como si le estuvieran quemando desde dentro.- Nunca llegaremos... Si seguimos así.

-Queda poco Chuuya. Cuando lleguemos podremos mantenerlos a raya.- En su mente intentaba hacer algún plan que les pudiera ayudar en esa situación, pero todos llevaban a hacer ruido y esa era la manera en la que empezaban a reaccionar.

Al principio las personas comenzaron a hacer ruido gritando, pateando o rompiendo cosas para salva guardarse a si mismas y a sus hijos, pero al no prestar atención a lo que decían las unidades policíacas y los noticieros cavaron su propia tumba llevando un escalón mas arriba la ignorancia del ser humano. Algo que por mucho tiempo lo ha caracterizado.

Chuuya comprendía que Dazai estaba formando un plan para salir vivos de esa, pero mientras mas corrían sus piernas casi tocaban el piso y en algún momento los iban a alcanzar. Soltó la mano de Dazai y sostuvo con todas sus fuerzas el tubo que había tomado de su hogar abandonado y le dio la espalda al castaño para poder atacar en el momento en que estuvieran a punto de tocarlo.

No hacía falta que lo tocaran, el virus se transmitía por medio de la sangre o la saliva de los zombies, por lo que era muy importante que tuviera cuidado de que no lo mordieran o que alguno de los líquidos entrara a su boca o en alguna herida que se hiciera.

-¡Chuuya! ¿¡Qué demonios estás haciendo!? ¿Eres idiota?

-Si el querer defenderme y sobrevivir es idiota, entonces si lo soy.- Sin esperar un minuto mas a que las atrocidades se acercaran, Chuuya corrió a ellos y uno a uno les arrancó la cabeza de un solo golpe.

Desde los ojos del castaño parecía que Chuuya estaba bailando, y es que con su pequeño y delgado cuerpo parecía que flotaba cada vez que saltaba de un lugar a otro. No podía quitar la vista del pequeño ser que tenía frente a él, pero tampoco podía dejarlo solo en esa batalla. No quería ser el hazme reír de una próxima conversación entre Chuuya y su futuro suegro. Sin esperar mas, sujetó fuerte el bate de béisbol entre sus manos y fue a donde Chuuya estaba para poder ayudarlo.

Para Dazai fue un poco mas complicado el tener que acabar con aquellas criaturas, pues aunque se trataba de muertos vivientes y se suponía que sus cuerpos eran mas frágiles que los de los vivos, la fuerza que imprimía Dazai al golpear no era suficiente y era algo que lo cansaba. Nunca había resaltado en pelea o en cualquier actividad que requiriera de actividad física. Era un espagueti con patas con un bate en medio de la calle.

Su mente se estuvo entretenida en su ridículo  físico y golpes de niñita hasta que un fuerte grito lo hizo voltear de donde se dirigía. Chuuya tenia colgado de su brazo a un zombie  mientras colocaba como una barrera el tubo frente a él para evitar que el que estaba frente suyo lo hiriera.

Apocalipsis (Bungou Stray Dogs -Soukoku) AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora