Capítulo 1

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Yo era muy pequeño cuando el primer Arcadiano apareció, o mejor dicho, cuando el primer Arcadiano logró desarrollarse. Tenía apenas algunos 12 años de edad; aún era un niño pequeño y no tenía ni un mínimo conocimiento de lo que en realidad ocurría en mi gran mundo.

Inició como un ligero temblor. Luego algunos edificios de mi ciudad colapsaron. Pasó a explosiones, y finalmente, las gran aves metálicas que contenían cientos de pasajeros dejaron de volar, y descendieron a su muerte al impactarse con la tierra.

Mis padres, junto con las demás personas de mi ciudad, e increíblemente cada ser humano de la tierra creyeron que era el fin del mundo. Las señales eran explícitas, pero no era realmente el fin del mundo. Era un comienzo de él, pero al contrario de lo que realmente pensábamos, éste podía controlarse. No fue a causa de un Apocalipsis por mandato de Dios. Fue algo humano. Un desarrollo inexplicablemente humano.

El gobierno hizo hasta lo imposible para dar con una razón que explicara todos aquellos acontecimientos.

No tuvieron respuesta alguna.

Pasaron semanas, y se presentaron gigantescos tornados. Fue entonces, cuando el Arcadiano se dio a conocer. Era un ser humano normal, pero tenía algo que lo diferenciaba... tenía poderes sobrehumanos, y los usaba para destruirlo todo.

Se encontraba flotando dentro de uno de los tornados. Él podía controlarlos.

Evacuaron a las personas en un radio de 9 kilómetros, las llevaron a un lugar lejano y seguro. Llegaron unos cuantos aerodeslizadores y empezaron a dejar caer sus bombas. Al principio pareció una idea estúpida, pero ¿cómo atacar a un Arcadiano sino con bombas? Las armas de fuego seguramente no funcionarían. Sabían que algo con un poder fuera de lo común requería tratarse con medidas más que drásticas.

Mi casa era algo lejana de la ciudad, así que pude ver la manera en que ocurrió todo: la explosión de las bombas, el contraataque del Arcadiano, los aerodeslizadores destruidos, y la gran nube de ceniza y polvo que cubrió lo que antes fue La Ciudad Diveil.

A los pocos días dieron con la noticia de que el hombre sobrehumano había muerto. Habían acabado con el destructor.

Lo último que se supo fue que

el gobierno tomó el cuerpo de aquel hombre y, según dijeron, le harían algunas pruebas para determinar el por qué tuvo la capacidad de realizar lo que pasó.

Por un momento todo pareció

volver a la normalidad. Comenzaron a reconstruir los edificios que colapsaron, construyeron nuevos. La Ciudad Diveil fue siendo poco a poco la misma.

Recuerdo que volví a la escuela y lo innovador seguía siendo "El Superhumano". Así lo llamaban mis compañero del colegio. Decían que él era una especie de superhéroe, que venía a salvar al mundo e incluso algunos mencionaron que era Dios en su forma humana. Todos estaban equivocados. Su realidad era falsa, fantasiosa, y ni siquieran conocían la verdad. Me costaba creer que llegué a tragarme lo que decían, pero no era mas que un niño.

En casa, mi padre nos prohibió hablar de ello a mi hermano y a mí. Cuando trataba de hablar con mi hermano, sólo me llamaba: Edrian, callate.

A veces se desesperaba y llegó a gritarnos. El estaba tan asustado como nosotros. Mi madre no tanto; de hecho, ella era quien nos decía los movimientos del gobierno. Era una de las mejores científicas que trabajaban para ellos, para el Alcalde Jones. Mi padre igualmente trabajaba para el gobierno, pero en un puesto poco más inferior. Era el jefe de policías.

Extraño a papá, incluso a sus regaños. También a mamá; extraño sus comidas, sus besos en la frente antes de dormir. Es estúpido que sólo extrañas a las personas que amas cuando ya no las tienes a tu lado.

La Orden ArcadiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora