Capítulo 2

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Luego de terminar el informe, no quedaba mas que esperar que el Alcalde Jones anunciara otro. Ya habían pasado 3 días y no teníamos ninguna noticia. Quitaron las esposas a cada ciudadano con una condición: no tratar de huir.

Dentro de mi cabeza la palabra «pruebas» daba vueltas una y otra vez. ¿Qué tipo de pruebas nos aplicarían? ¿qué harían con nosotros si salimos positivos; si somos Arcadianos?

No conocía la respuesta. Decidí no preguntar a Chandler. Estaba dormido, e igualmente tampoco tendría conocimiento de ella. Su seriedad y cara inexpresiva me

hacía pensar que era demasiado misterioso. Tenerlo algo cerca a un amigo era lo mejor que podía hacer para conseguir protección.

- ¡Hey, dejen de correr! -gritó un hombre a un pequeño grupo de 10 a 15 niños.

Si algo olvidó el Alcalde, fue que a pesar de que el gobierno tenía un gran poder en la población, a los niños menores no les afectaba en lo absoluto. Quizá les causaba cierto temor, pero en un niño el miedo siempre es temporal. Así que faltaba muy poco para que comenzaran a jugar. Alguien como ellos no podía estarse sin hacer nada, no puede estarse quieto; necesita divertirse, moverse. Eso no podía robársele a un niño.

Uno de ellos, una niña de pelo lacio color café y de unos grandes y redondos ojos miel, cayó sobre sus rodillas. Gritó, lloró un poco y frotó el área golpeada. Los demás no pararon y siguieron corriendo. Se divertían con el jugo de «las traes».

Miré a todos lados en busca de soldados, pero cada uno de ellos había abandonado la sala del edificio.

- ¿Cómo me veo?-preguntó uno de ellos en tono burlesco. Llevaba puesta una chaqueta de cuero que le quedaba demasiado grande. Lo extraño era que la chaqueta traía el símbolo que usaban los soldados.

- Como un ridículo-contestó la mayoría.

- Qué estúpido-dijo Chandler. Entonces no estaba dormido-. Si continúa así, no durarán en matarlo. Creeme cuando te digo que a estas personas no les importa si son pequeños. Solo lo hacen, y punto... una cucaracha menos que aplastar después.

El niño imitó el marchar de los soldados. Y fue lo último que hizo en su vida. Sin siquiera esperarlo, sin un ruido, sin un movimiento, él cayó muerto al suelo, y los demás de igual forma. Los padres de cada uno se acercaron a llorar los cuerpo sin vida de sus hijos. A la niña de la rodilla golpeada no le pasó nada, así que volvió corriendo rápidamente con su madre.

Quise gritar. No por miedo, sino por rabia. ¿Cómo pudieron matarlos?

Sin embargo, no lo hice, o no pude hacerlo. Chandler me tumbó al suelo y tapó mi boca con su mano.

- Ni se te ocurra. ¿Qué acaso también quieres morir?-moví mi cabeza en respuesta de un «no»-. Correcto. Ahora, dejarás de querer quedar como un héroe, te sentarás, descansarás y no harás nada si ocurre algo. ¿Entendido?

Me soltó y volvió a sentarse en la camilla. Volteó un par de veces con los cadáveres, los examinó, y caminó en su dirección.

- ¿Qué haces?-le grité, pero no me escuchó, o no quiso hacerlo.

Fue a dar con el primero que murió. Entonces, comprendí lo que iba a hacer. Hizo a un lado al padre del chico, y quitó la chaqueta con el símbolo de los soldados de su cuerpo. La dobló y regresó a un lado de mí.

Las puertas se abrieron, y gente con trajes color blanco que empujaban una gran caja metálica irrumpieron en la sala. Hicieron retroceder a los padres, tomaron los cuerpos, y después los introdujeron fuertemente en la caja.

¿Qué en tan poco tiempo se puede perder la humanidad?

Con el último dentro, empujaron la caja de regreso. Las puertas que dejaron detrás parecieron sellarse al salir.

Chandler guardó la chaqueta debajo de la camilla y se recostó para dormir.

- ¡Cuidado!-él casi había tirado una lata de sopa al piso, pero esta no cayó, sino que se mantuvo levitando en el aire. No me percaté de que había extendido mi mano un poco con esperanza de agarrar la lata.

Él saltó de la camilla al escuchar mi advertencia. Sus ojos se abrieron como platos al ver la lata en el aire.

- Eres uno de ellos-susurró arrugando su frente. No estaba asustado, parecía molesto, enojado, lleno de rabia; como yo hacía algunos minutos.

La lata cayó al piso.

- Yo...-balbucé-. No se qué ocurrió. Solo... quise evitar que cayera.

- En este instante podría matarte-actuaba amenazador, pero algo en su voz me hacía creer que quería retractarse-. Eres de ellos, Arcadiano, pero, no me voy a convertir en el asesino de alguien inferior a mí. No vuelvas a hacer eso de nuevo. Quizá ellos te maten después.

- ¿Después?

- ¿No lo escuchaste? Iniciarán las pruebas más adelante-su tono de voz continuaba siendo el mismo.

- Eso no es lo que más me preocupa. Pero, ¿qué harán si me descubren?

- En serio que aún no te cansas de hacer preguntas. Es obvio: simplemente te matarán. El gobierno siempre ha preferido ahorrarse el resolver un problema futuro. ¿Ahora lo entiendes?

- Supongo. Pero no me quiero morir-incline mí cabeza, y mis mejillas comenzaron a inundarse de lágrimas.

-No llores. Si crees que alguien vendrá a consolarte y decirte que no vas a morir, en serio que estás muy equivocado.

Paré de llorar. Tal vez Chandler me odiaba y odiaba a todo el mundo; era arrogante, pero tenía una buena cualidad: era demasiado sincero, y decía, sin ningún obstáculo, la verdad. Aunque fuera una verdad cruda y fría.

Guardé un poco de silencio, y levanté mi cabeza.

- Sólo hay algo que aún no comprendo-dije mientras limpiaba mis ojos con mi mano.

- ¿Qué?-preguntó aburrido.

- ¿Para qué tomaste la chaqueta? Comprendí qué ibas a hacer, pero no la razón.

- La usaré para salir de aquí. Me haré pasar por un soldado. Debiste notar que sólo ese símbolo los diferencia, así que pasaré desapercibido. Y, ahora que lo pienso, te necesitaré para salir. Odio lo que eres, pero no tienes la culpa. Si puedes usar aquello que tienes para abrir esa puerta-dijo señalándolo con el dedo índice-. Te prometo huir conmigo.

- ¿Qué pasará con todos los demás?

- Somos nosotros, o ellos.

- Ciudadanos de Diveil- por fin sabríamos de algo. El Alcalde Jones hablaba aún más fuerte-. Hemos llegado a una conclusión: detectamos que la transformación al sujeto denominado "Arcadiano" comienza a presentarse en los jóvenes de 16 y 17 años. Los adultos están libres de esta... enfermedad. Los más pequeños con el pasar del tiempo le irán desarrollando. Así que, padres y madres serán reclutados para servicio del gobierno. De igual forma a todos aquellos mayores de 18 años. Hasta nuevo aviso.

No sé qué fue lo que me atemorizó aún más: si el informe del Alcalde, o Chandler con su navaja en la mano y su mirada totalmente confundida hacia mí.

«Comienza a presentarse en los jóvenes de 16 y 17 años».

Yo era más joven. Yo, era diferente.

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2014 ⏰

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