Desobediente

1.1K 65 22
                                    

Esto es un regalo a mi amiga Bri, la cosa más enferma, desquiciada, pervertida y malhablada que llegó a mi vida para compartir todas mis perversiones y a exigirme ideas e historias hasta sacarme al menos una. Y es a ella, también, a quien deben agradecerle si este fic les gusta aunque sea un poco.

***

Desobediente 

***

El traqueteo metálico de la mesa era un quejido constante imposible de ignorar en medio del rotundo silencio de la estancia, pero para ser sincero, prefería por mucho que fuera ese sonido el que llamara la atención de cualquiera de las personas que pudieran pasar por el lugar. Aunque dudaba que muchos más estudiantes quisieran dar una vuelta por las arenas de entrenamiento a aquellas horas de la madrugada, y mucho menos en uno de los últimos pisos de aquellos edificios aparentemente en ruinas.

Pero si ocurría, prefería que cualquiera oyera el chirrido metálico de la mesa, antes que los otros sonidos que llenaban el lugar.

Se retorció en protesta cuando los ásperos dedos empujaron con fuerza en su entrada estrecha, y un gemido ahogado escapó de sus labios rojos por las mordidas y los besos violentos.

Volvió a forcejear con la firme tela que rodeaba sus muñecas, sólo para encontrarse con el escozor que siempre había sentido cuando trataba de forzarlas, además de la completa inutilidad de sus esfuerzos. Resopló, molesto, tratando de hacer funcionar los engranajes de su cerebro.

Estaba buscando la forma de liberarse cuando, sin previo aviso, los largos dedos se enterraron por completo en él, forzando su entrada y haciendo que sus piernas temblaran, sin fuerzas ante la descarga que recorrió por completo su cuerpo. Volvió a desplomarse sobre la mesa, las manos extendidas, agarrándose al otro extremo de la frágil estructura.

El cálido aliento le hizo estremecer, antes de que las roncas palabras le obligaran a temblar.

-Te dije que te quedaras quieto- gruñó sobre su oído, bajo y grave, haciendo que cada parte su ser vibrara como la cuerda de un arco, aunque no supo definir si era por el temor u otra cosa en la que ni siquiera se atrevía a pensar-. ¿Es que ni siquiera puedes obedecer una orden tan sencilla, maldito nerd?

Midoriya se mordió el labio, avergonzado de la forma en que su cuerpo reaccionó, entusiasmado ante el insulto.

-P-Para, por favor- suplicó por milésima vez, mirando fijamente la mesa oscura, sin atreverse a fijar sus ojos en otra cosa, y mucho menos en su compañero.

Como única respuesta lo que obtuvo fue los dientes del otro enterrándose con firmeza en su hombro, mientras los dedos duros seguían moviéndose en su interior, calientes, forzando la carne apretada. Cerró los ojos con fuerza y se mordió el labio inferior, tratando de ahogar los vergonzosos sonidos que luchaban por salir de sus labios.

Tuvo un mal presentimiento cuando Kacchan le pidió -claramente una orden- que le siguiera luego del encuentro con los chicos en los dormitorios, y sabiendo que para él no era un secreto ya el que era el heredero de All Might, ciertamente se hubiera esperado más que su amigo de la infancia iniciara alguna pelea para descargarse, de esas en las que sólo luchaban sin tener en cuenta las reglas o la infraestructura de la institución. De ninguna manera hubiera esperado que lo que Kacchan haría al llegar al último piso de aquel edificio, iluminado por el millar de luces de la ciudad, sería atarlo con aquellas cintas que conocía tan bien y someterlo a una situación como aquella.

Le daba pena recordar la forma en que había chillado, acorralado como estaba ahora en la mesa, mientras el otro se dedicaba a desnudarle por completo de la cintura para abajo, mientras trababa su camiseta a la altura de sus muñecas. Aún tenía frescos sobre las mejillas los senderos de las lágrimas que había soltado mientras, sin dedicarle ninguna palabra, Bakugo le inmovilizaba sobre la gélida superficie de metal y empujaba su primer dedo con rudeza en él, sin prestar atención a sus súplicas y sus gimoteos.

DesobedienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora