Parte 2

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Los días siguientes se encontró a si mismo buscando al chico de los dibujos voladores en cada descanso que se le presentaba. Se sentía dichoso de poder decir que la mayoría de las veces había tenido éxito coincidiendo con él, sobre todo considerando que el campus de la universidad era lo suficientemente amplio como para perderse. Casi podía asegurar que estaba destinado a presenciar a JJK odiando sus obras maestras y que estas acabaran atacándolo de alguna manera.

Las veces en que estas, por algún milagro de los dioses, no fueron arrojadas hacia su persona, tuvo que esperar a que el pelinegro se fuera para recogerlas.

¿Eso lo convertía en un acosador? Quizá un poquito.

Pero en su defensa, aquellos dibujos no tenían la culpa de que su autor fuera un perfeccionista de primera. Podía notar el desagrado que sentía hacia sus obras por la forma en que arrancaba las hojas con el rostro contraído en molestia, por como a veces solía rayarlas, y repito, ¡se atrevía a rayarlas! para luego arrugarlas con fuerza y lanzarlas a cualquier parte, importándole poco y nada lo que llegara a ser de ellas.

El resto debería agradecerle por salvar aquellos maravillosos dibujos que ahora estaban sanos y salvos en una carpeta que había comprado especialmente para guardarlas.

Por eso se le hizo extraño cuando no divisó al muchacho de cabello negro y ojos grandes por los alrededores.

Ya se había acostumbrado a verle y recibir sus dibujos como golpes indirectos, así que, para animarse un poco, comenzó a hacer la fila del pequeño negocio que se encuentra en aquel sector del campus. Estaba seguro que un chocolate caliente más algún dulce le harían olvidarse de los dibujos que no podría salvar en esa ocasión.

Cuando por fin consiguió su chocolate caliente, se sentó en algún banco cercano con cuidado de no derramar ni una gota. Se deleitó con la sensación cálida que trasmitía el líquido a través del vasito desechable hacia sus manos frías. Y disfrutó aún más del sabor dulce en su boca provocándole una sonrisa involuntaria.

—¿Por qué si el chocolate caliente es lo más delicioso del mundo viene en un vaso tan pequeño?— preguntó formando un puchero con los labios.

Se dirigió a botar el vaso en el basurero más cercano, cuando notó un dibujo en la banca de al lado. Se apresuró a tomarlo antes de que se volara con el viento y se sorprendió de ver que era él a quien habían retratado. Acercó la esquina del papel exageradamente hacía su rostro para ver claramente las siglas que confirmaban que el dibujo era de su artista favorito, JJK.

A diferencia de los otros dibujos, este no estaba arrugado.

Sintió sus mejillas arder. No es como si el pelinegro nunca hubiese dibujado a otra persona. Dentro de la variedad de dibujos que había logrado recoger, había un montón de personas que no conocía, pero todos y absolutamente cada uno de ellos había sido arrugado antes de ser abandonado.

Una hoja volando que divisó de reojo lo sacó de sus pensamientos. Pronto se dio cuenta de que había un rastro de hojas y al final de estas se encontraba JJK.
Llevaba su carpeta bajo el brazo como la primera vez, pero esta se encontraba abierta de un lado, dejando a las obras que, se suponía si quería conservar, volar con libertad.

Sin perder ni un segundo más se apresuró a recoger las hojas que se habían regado mientras corría hacia el artista desconocido.

—¡Hey, espera! —corrió tratando de ordenar un poco las hojas entre sus brazos—¡Chico de los dibujos, detente!— alcanzó un dibujo en el aire y siguió corriendo.

¿Es que acaso estaba sordo? ¡Estoy casi expulsando mi pulmón aquí!

—¡Tu carpeta está abierta!—corrió el último tramo hacia el pelinegro y tomó su brazo con brusquedad—¡JJK!

El pelinegro pegó un brinco que le hubiese hecho reír si no hubiera tenido que pegarse semejante carrera mientras gritaba. Comprendió el por qué no se detenía cuando el de ojos grandes sacó sus audífonos con rapidez.

—Tú... niño descuidado...— apenas pudo decir con la respiración agitada. Tomó un poco más de aire y prosiguió —tu carpeta está abierta y se ha volado todo, pero creo que no se me ha escapado ninguno.

—Yo... Lo siento mucho. Muchas gracias por recogerlos.

El chico alzó la mano para tomar los dibujos, pero Taehyung lo esquivó protegiéndolos contra su pecho.

—¿Qué haces?— dijo molesto.

—Lo siento. Antes de devolvértelos... ¿puedo mirarlos?

—¿Qué?

Si antes el muchacho parecía molesto, ahora un sonrojo se había apoderado de sus mejillas, haciendo a Taehyung sentirse avergonzado también.

—¿N-no puedo?, digo, está bien, por su puesto que no— rió nervioso y luego carraspeó—pero ¿puedo conservar este?— dijo mostrando el dibujo que había encontrado en la banca.

El sonrojo de antes no era nada comparado con el de ahora. El rostro del azabache se encontraba de un rojo intenso y había comenzado a jugar con sus manos. Taehyung creyó escucharle hablar, pero no podía estar seguro, ya que había bajado la cabeza.

Aprovecho la reacción del menor para hojear el resto de los dibujos que tenía en sus manos, después de todo era ahora o nunca.

No todos los dibujos eran de su persona, pero vaya que había una gran cantidad. Definitivamente era él.

—Vaya, el acosador resultó acosado—susurró.

—¡Ya, no los mires!

Colocó su mano sobre las hojas, pero ya era demasiado tarde, Taehyung había visto todo.

—¿Por qué no?—puchereó

—Porque no. Ahora devuelveme mi trabajo por favor.

—Te los devuelvo si me dices tu nombre completo—sonrió juguetón

El pelinegro dudó pero se lo dijo.

—Jeon Jungkook. Ahora dame mis dibujos—dijo casi perdiendo la paciencia.

Taehyung sonrió victorioso. Tomó la mitad de las hojas y se las entregó. Jungkook las guardo rápidamente en su carpeta.

—Te entrego la otra mitad si me das tu número de teléfono. Soy Kim Taehyung, por cierto.

—No te voy a dar mi número

—Bueno. ¡Gracias por los dibujos Jungkook! Te prometo que los voy a cuidar. ¡Aún mejor! Los voy a enmarcar y los pondré en mi habitación.

—¡Ugh! Está bien, está bien— a regañadientes escribió su número en una hoja de su block y se lo tendió a Taehyung—Ten.

Guardó el número en su chaqueta, tomó el resto de las hojas y se las dio a Jungkook, pero conservó el primer dibujo que encontró en la banca.

—Te di mi número, tienes que darmélos todos, Taehyung—regañó.

—¡Claro que no! Este es mío— giró su cuerpo con el dibujo entre sus brazos, evitando que fuese arrebatado.

La campana que anuncia la llegada del medio día sonó, acabando con su pequeña discusión. El menor maldijo. Iba tarde a clase.

—¡Esto no se acabó Taehyung, ya hablaremos de esto!—gritó mientras corría hacia el edificio.

—¡Esperaré ansioso Jungkook-ah!

Su sonrisa cuadrada resplandeció al ver por última vez como el menor se sonrojaba y le sacaba la lengua  antes de darse la vuelta y seguir corriendo para llegar a su clase.

La verdad es que él también debería correr para llegar a su última clase del día, pero sintió que eso arruinaría el momento.

Taehyung miró por última vez el dibujo y lo guardó delicadamente junto al resto.

Bola de papel - Vkook (Three Shot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora