The Lionman

Xiao Zhan suspiró cansado, sus dedos frotando su frente. Podía sentir un dolor de cabeza formándose.

—Yibo, no entiendo por qué tengo que cuidar de ti —dijo por el teléfono.

—¡Pero Zhan-ge! —Wang Yibo se quejó y el mayor pudo visualizar su puchero— ¡No hay nadie que quiera cuidar de mí! ¡Traidores, todos ellos!

El mayor gimió, cerrando los ojos, comenzando a molestarse.

—Wang Yibo, eres un híbrido independiente —dijo secamente, su tono entrecortado—. No necesitas personas que te cuiden. Tú vives solo.

—¡Pero Zhan-ge! —protestó Yibo.

—No, Yibo —Xiao Zhan dijo con firmeza: —Eso es todo.

—Está bien... —murmura, la voz se vuelve suave.

El mayor resopló. Podía escuchar el dolor en la voz del menor y ya veía sus orejas y su cola caídos por la decepción. Su corazón se apretó, el híbrido de león ciertamente sabía cuáles eran sus puntos débiles.

—Está bien, está bien —Xiao Zhan suspiró nuevamente, resignándose a su destino—. Puedes quedarte... —antes de que pudiera terminar su oración, fue interrumpido por Wang Yibo haciendo una fiesta, animando ruidosamente en el fondo— aquí.

—¡Zhan-ge, Zhan-ge! ¡Eres el mejor! Xiao Laoshi es el mejor, el más guapo, el más generoso...

—Puedes parar con tus tontos halagos, Yibo—dijo Xiao Zhan, dejando caer su cuerpo contra el sofá, su molestia se redujo a algo parecido al cariño—. Sólo... —hizo una pausa, hundiéndose aún más en su lujoso asiento— sólo ven aquí la próxima semana. Estaré libre entonces.

—¡Okay! ¡Eres el mejor, Zhan-ge! —Wang Yibo gritó alegremente y colgó.

Xiao Zhan arrojó su teléfono en algún lugar del sofá, gimiendo en sus manos.

Era un débil, débil hombre cuando se trataba de un híbrido de león llamado Wang Yibo. Él está jodidamente enamorado.

•••

Su puerta sonó.

—¡Ya voy! —gritó Xiao Zhan. Se acercó a la puerta de su casa y se peinó el cabello desordenado con los dedos, tratando de ponerse más presentable. Tomó algunas respiraciones profundas, rezando a cualquier deidad allí para que no perdiera la cordura durante la estadía de Wang Yibo.

Abrió la puerta.

—Wang Yibo, entra —Xiao Zhan fue recibido por un Wang Yibo sin maquillaje, vestido con su ropa de calle y el mayor sólo quería acariciar las orejas redondas que se movían sobre su cabello azotado por el viento. Decidió no hacerlo, en lugar de eso, indicó al más joven que entrara a su departamento.

Wang Yibo se puso la mascarilla negra debajo de la barbilla y sonrió brillantemente, con la cola moviéndose alegremente detrás de él mientras se colgaba la bolsa de lona sobre el hombro.

—Hola, Zhan-ge —entró, se quitó los zapatos y deslizó los pies en zapatillas blancas cuando el mayor cerró la puerta de su casa. Entró en la sala de Xiao Zhan. El híbrido de león se maravilló de su entorno, un silbido bajo salió de sus labios—. ¡Bonito lugar donde vives, Lao Xiao! Tan estético,
como se esperaba de un ex diseñador.

—No era un diseñador de interiores, sino un diseñador gráfico, Lao Wang.

—¡Sigue siendo un buen lugar!

—Apuesto a que no es tan agradable como tu casa, Lao Wang —Xiao Zhan respondió—. Ven, te mostraré tu habitación de invitados —el más alto hizo un gesto al otro para que lo siguiera.