Abuso.

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¡Suéltame!, gritaba ella, con los ojos llenos de lágrimas y asqueada por los actos que un simple ser humano podía llegar a cometer. Horrorizada y sorprendida por lo que en ese mismo instante estaba sucediendoo; un hombre, si es que se le podía llamar así a aquel monstruo que estaba indagando en su intimidad con sus fríos y asquerosos dedos sin su consentimiento, ella, sin resultado alguno, intentaba por todos los medios escapar del agarre de aquella inmensa persona que la estaba sujetando; la chica, desesperada por que aquella maldita tortura acabara pronto, gritaba una y otra vez, en busca de que alguien acudiera para salvarla. Cada grito, cada golpe, cada sacudida, cada lágrima derramada en vano, desperdiciando la poca fuerza que le quedaba, y aún así, nada sirvió para que aquel vil hombre parase esa atrocidad. Aquella chica se retorcía ante cada sonido de placer que emitía aquella persona; le ardía, le frustraba, le enfurecía el hecho de que alguién como él, completamente ajeno su vida, a sus planes, disfrutase a su costa. No sabía cuál de las dos personas allí presentes le daba más asco, si ella por no saber defenderse y ser incapaz de aplacarlo, o él por abusar de una mujer; la chica seguía luchando en cuerpo y alma por liberarse, pero también seguía culpandose una y otra vez por no saber cómo reaccionar en ese momento, pero, nadie te prepara para defenderte de algo de semejante calibre, y fué justo ahí cuando se dió cuenta de que solo estaba en el lugar equivocado, a la hora equivocada con la persona equivocada, que ella realmente no tenía la culpa de absolutamente nada, pues no entraba en sus planes que alguien fuera capaz de semejante atrocidad; entonces, más segura de sí misma, volvió a intentar escaparse de aquellos grandes brazos de ese señor, causando así un efecto distinto al de los intentos anteriores, pues esta vez lo consiguió, su más grande anhelo en esos momentos se hizo realidad, después del que aseguraba ser el peor momento de si vida, logró escapar; con alivio y miedo, esta se fué lo más lejos posible de aquel terrible lugar, y por ende alejándose de su agresor, jurando bajo aquel manto de estrellas, que aquél ser sin escrúpulos pagaría por aquel reciente suceso.

Patricia Ortega
13/05/2020

"Relatos cortos"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora