© [ P a r t e ú n i c a ]

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El ocaso había terminado, dando a conocer el oscuro manto azul en el cielo, decorado por innumerables estrellas que estaban colocadas de manera estratégica

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El ocaso había terminado, dando a conocer el oscuro manto azul en el cielo, decorado por innumerables estrellas que estaban colocadas de manera estratégica. El viento de la noche desordenó sus hebras doradas, empezaba a tener frío, acomodó su nariz y parte de sus mejillas enrojecidas en su bufanda mientras apresuraba sus pasos hacia su hogar.

Los segundos pasaron hasta convertirse en minutos, pero finalmente llegó a su casa; vivía solo, pero recibía la constante ayuda de su abuelo Jigoro, así que sus necesidades básicas estaban aseguradas y solamente tenía que preocuparse de sus estudios y un poco demás, pero nada importante.

Al llegar, buscó sus llaves en los bolsillos de sus pantalones, lo encontró rápidamente, lo colocó en la cerradura de su puerta y giró del pomo. Soltó un suspiro entrecortado por el frío al entrar, se sacó los zapatos para luego colocarse unas pantuflas acolchonadas.

Encendió las luces mientras se adentraba a su hogar. Miró cada habitación de la planta baja con una sonrisa tranquila, no se demoró demasiado, después de todo su hogar no era tan grande. Soltó una risa suprimida para después dirigirse directamente hacia su habitación. Sentía que tanto su corazón como su respiración empezaban a acelerarse al acercarse cada vez más a su pieza. Dejó de caminar al tener en frente su puerta.

Giró nuevamente una manija, el sonido de la puerta abriéndose se escuchó por toda la habitación—que estaba en total oscuridad—. Asomó su cabeza, su cabello se movieron acorde a su lento movimiento. Su sonrisa se amplió en tan sólo un segundo.

— Tanjiroou.— Alargó el nombre de manera melosa.

Escuchó el movimiento de las sábanas, encendió la luz para mirar mejor la figura del poseedor de los ojos granates sentado en la orilla de su cama. Sus mejillas se tiñó de un polvo rosa al conectar mirada con las del Kamado. Se adentró a la habitación mientras cerraba la puerta detrás de él.

Ah, que lindo es el rostro de Tanjirou; pero más cuando sus gestos se deformaban y empezaba a tener un miedo inmarcesible hacia él.

El cuerpo del menor empezó a temblar al momento en que el Agatsuma estaba presente en la habitación. Evitó su mirada al sentir su estómago contraerse por el miedo, empezó a tartamudear y decir palabras inconexas. Los espasmos se apoderan de él al saber que no había una salida, y si la hubiera, no tendría ni la mínima posibilidad de poder salir.

La habitación está en silencio, Zenitsu quiere que hable, y él lo sabía. Trató de estabilizar su respiración para poder hablar.

— ...Pensé que llegarías más tarde hoy.— Soltó Tanjirou, tratando de devolver la sonrisa de forma amable; mas solo parece una mueca. El Agatsuma se acercó a su anatomía lentamente, quedó frente a él, tomó sus pómulos con ambas manos para alzar su cabeza y mirarse. Se quedaron callados por un tiempo. El Kamado rezó para no perder la razón, su voz salió titubeante.— B-Bienvenido...

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⏰ Última actualización: May 20, 2020 ⏰

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