Parte 1 - La chica embarazada

129 12 3
                                    

Íbamos de regreso al cuartel. Era un atardecer frío y las nubes oscuras parecían seguir nuestros pasos.

-Va a llover en cualquier momento –comentó Chris, mi amigo, mientras observaba el cielo. Con esas palabras, nos había dicho de manera implícita que nos apuráramos.

Todos los soldados y el tanque de guerra aceleramos nuestros andar. De repente, un miembro de la tropa llamado Albert se detuvo; sus ojos estaban fijos en algo.

-Oigan, ¿qué es eso? –preguntó Erick, otro de mis compañeros. Miré hacia donde ellos lo hacían, y divisé un gran bulto oscuro a la mitad del camino.

No sé porqué, pero me acerqué a él sin vacilar.

-Mike, ¡¿qué demonios estás haciendo?! –oí que exclamó Chris en un susurro mientras tomaba mi hombro para detenerme. Me miraba como si estuviera loco-. ¿Estás demente? ¡Estamos en territorio enemigo! No puedes simplemente acercar a un bulto sospechoso ¡que está en territorio enemigo!

No sé si fue curiosidad o algo más en mi interior que me hizo caminar hacia el bulto ignorando las circunstancias y el regaño de mi amigo. Escuché sus pisadas a mis espaldas.

Cuando pude estar más cerca del objeto misterioso, logré darme cuenta que se trataba de una persona, una mujer que estaba cubierta por solo una manta azul. La chica estaba embarazada y probablemente… muerta. Me incliné para ver si había algún signo vital en ella, y me sentí aliviado al ver que todavía respiraba. Le hablé para despertarla pues pensé que dormía, mas no funcionó. Moví sus hombros cuidadosamente pero tampoco hubo respuesta; entonces me di cuenta que estaba desmayada.

Los otros soldados también se sorprendieron mucho cuando descubrieron la verdad bajo la sábana. Les propuse llevarla a nuestro cuartel para cuidarla, pero los demás se alteraron y me dijeron que no era posible, que ella pertenecía al bando enemigo.

- Podemos cuidarla solo hasta el amanecer -sus rostros mostraron mucha duda.

- Hombre, cuando esa chica se despierte y vea dónde está, se va a alterar y correrá -dijo Chris.

- Bueno, si ella se quiere ir, será su decisión, pero mientras no podemos pasar de largo y pretender que no la vimos.

- Rayos, Mike, no lo sé... -dijo Albert.

- ¡Oh, por favor! ¡La chica está embarazada y a la mitad de la nada! Piensen en que podría ser su esposa o su novia.

Y con ese argumento, aceptaron a duras penas mi idea.

En el cuartel, la pusimos en la camilla en la que yo dormía. Después de eso, los otros se fueron para continuar con sus actividades. No estaban muy interesados en ayudarme, pero no le di mucha importancia a su indiferencia. Alberto fue el único que se ofreció para traer alcohol.

Cubrí a la chica con otras sábanas para darle más calor y, luego, la miré detenidamente. Se veía tan joven, casi una niña, su piel era de color moreno claro, sus labios era delgados y tenía un color rosa suave, su nariz no era nada fuera de este mundo, pero su pelo sí, porque era muy largo y negro azabache; nunca antes había visto un color más oscuro en el pelo de una mujer. Era hermosa.

-Pobre, muchacha –murmuré al ver su complexión tan delgada.

Decidí prepara algo de té para ella cuando se despertara de su desmayo. Cuando estaba a punto de terminarlo, oí unos ruidos detrás de mí, era Alberto que traía el alcohol y algodón. Me dio las cosas y se fue porque iba a escribirle una carta a su novia.

Acerqué el algodón mojado en alcohol a la nariz de la chica, quien abrió sus ojos lentamente y parpadeó un par de veces. Me alejé teniendo su mirada clavada en mí; toda su expresión fácil mostraba miedo.

-Hola –saludé despacio, pero ella no regresó el saludo. Trató de huir pero la detuve.- Por favor, no te vayas, no te voy a lastimar. Por favor –la chica intentó de librarse de mi agarre.- No, por favor –le rogué de nuevo mirándola a los ojos-. Tú no sabes hablar español, ¿verdad?

-Sí sé –me respondió de repente con voz suave.

-Excelente –sonreí y la solté.- Preparé algo de té, ¿quieres un poco?

-¿Por qué hace esto? Tú eres el enemigo, tú matas a mi gente –ella me miró con desconfianza y enojo. Sus palabras me hicieron sentir pequeño. No supe qué responder ante su acusación, pero técnicamente ella estaba en lo cierto.

-Lo siento, pero no pude dejarte ahí en esas condiciones en las que estás.

-¿Y por qué te importarían mis condiciones? Para todos ustedes sería mejor que de mi gente hubiera dos personas menos, porque lo único que quieren es matar…

-¡Por favor, basta! –no quise escuchar más. Pensé que ella no sabía cuál era mi trabajo y que no tenía el derecho a condenarme-. Nosotros estamos persiguiendo a unos tipos malos que resultaron ser de tu país. Eso es lo único, es todo lo que sé –fruncí mi seño.

-Eso es lo que tu gobierno quiere hacerte creer –suspiré.

-Escucha: te puedes ir si quieres, no te forzaré a quedarte, pero deberías pensar en tu bebé y en que ya es muy tarde para andar rondando por ahí afuera.

-Estoy segura de que estaré más segura allá afuera que aquí contigo.

-Bien, haz lo que se te venga en gana, pero, por favor, el menos bebe algo de té y come algo antes de irte. Eso no le hace daño a nadie.

-Está bien –dijo entre dientes segundos después.

Fui por el té. En una pequeña mesita que estaba al lado izquierdo del catre, puse dos vasos, y también el pan y la mantequilla que había traído.

-Aquí tienes –le pasé el vaso con té y una rebanada de pan con mantequilla untada-. Tómatelo despacio porque está muy caliente –le advertí. Nos mantuvimos en silencio mientras comíamos, hasta que hubo un momento en el que la miré, ella estaba viendo al piso y masticando suavemente. Quise saber su nombre.

-¿Cómo te llamas? –Me miró con fiereza.

-¿Para qué quieres saber? –Preguntó con brusquedad.

-Caray, eres extremadamente desconfiada. Simplemente quiero saberlo, mujer.

-Alilaah –contestó de repente minutos más tarde-. Mi nombre es Alilaah.

-Alilaah –repetí tratando de memorizar la pronunciación correcta-. Es un nombre hermoso y exótico.

-Gracias –dijo en un volumen bajo.

-¿Sabes si tiene algún significado?

-No

-Bien… Mi nombre es Michael –le brindé una pequeña sonrisa.

-¿Cuántos años tienes? –su pregunta me desconcertó, pues no esperé que ella tuviera interés en mí, sin embargo, me agradó saber que, quizá, se estaba abriendo un poco.

Bueno, esto es todo por hoy. La segunda parte la subiré, probablemente, mañana o pasado mañana.

Espero que les haya gustado.

¡Gracias por leer! :)

 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Dec 17, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Mi primogénitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora