Temporada 13: Octubre 7

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La Unidad llevaba cuatro días persiguiendo a un exhibicionista caracterizado de mago en el subterráneo, Rollins estaba frente a la pantalla blanca donde el proyector mostraba las capturas de los vídeos que Cragen le hizo observar la noche anterior.

— De acuerdo, miren, ya sé por qué siempre "desaparece", no es ningún truco de magia, de hecho es más absurdo de lo que creerían...

— Ya entendimos, Rollins, nos ha hecho ver como idiotas, continúa. —La impaciencia de Cragen se hacía notar.

— Sus chamarras son doble vista y el gorro de mago se puede doblar. Se quita el gorro mientras sale del vagón y lo guarda en su bolso previamente abierto, ¿ven? —Apuntó con el dedo en la pantalla antes de voltear a ver sus reacciones. — Y lo perdemos en las escaleras porque de tener una chamarra rojo vibrante o verde chillón, solo hay un sujeto con chamarra negra cualquiera. Se cambia en esos segundos en que las escaleras lo llevan por el punto ciego de la cámara donde hay un anuncio de Bacardi. ¿Lo notan? —La imagen lo tenía encerrado en un círculo— Es él.

— ¿Cómo es que sabe que tiene que hacerlo justo en ese momento? —Olivia lanza la pregunta que Amaro se apresura a responder.

— Debe haber trabajado ahí, es imposible que se pueda calcular desde otro lado si no lo estás viendo tú mismo. ¿Cuánto se tardan en pasar las escaleras por ahí? ¿Tres segundos?

Opino igual, él... ha estudiado esto bastante bien. — Amanda asintió. — Casi cuatro, a veces cinco, depende de la velocidad que tengan ese día, aunque no lo crean... varia. —Alzó los hombros y picó en el teclado de la laptop para que se mostraran las siguientes imágenes. — Traté de seguirlo, pero lo perdí en la mayoría de los vídeos, sin embargo en los que lo logré ver salir... siempre fue en la línea 2, estación 72. La salida que da a esta nevería. —Se aseguró de hacer un zoom y que ellos pudieran ver su teoría. — Si lo notan, se alcanza a ver un poco del verde chillón de su sudadera en esta toma y del rojo de esta otra. La primera es del lunes de la semana pasada, la segunda de ayer.

— Así que por culpa de ese idiota que sabe vestir bien, Rollins se desveló anoche y se acabó nuestra reserva de café. No sé ustedes, pero yo quiero quemarle esa sudadera, Capitán. —Munch seguía molesto por haber tenido que cruzar la calle a las 6:30 de la mañana y comprar un expresso terrible de 7 dólares en un vaso desechable.

Cragen lo observó, pero decidió no responder y centrar su atención en el caso. También estaba irritable por la falta de café inmediato. — ¿Sabemos en dónde pudo conseguir las sudaderas?

— En cualquier parte. —Aseguró Olivia. — Yo tengo dos de esas y ustedes no se han dado ni cuenta. —Subió su pierna a la silla más cercana y recargó el codo sobre su muslo. — A menos de que se pueda ver la marca ahí pero lo dudo.

— No, nada... solo podemos ir ahí y esperar. — Rollins desinfló las mejillas y se acercó a apagar la computadora.

— Fin, asegúrate de poner una patrulla en esa entrada, que Rollins te diga dónde más podría estar. Los demás vuelvan a llamar a sus respectivas víctimas y averigüen si recordaron algo más. —Cragen dio las órdenes y no perdió tiempo en hacerse a su oficina.

Amaro y Olivia se miraron, él frunció los labios y se movió a su escritorio, Olivia bajó el pie de la silla y la acercó a la mesa con la intención de irse pero, Rollins tiró los plumones de la mesa cuando intentaba desconectar el proyector y se agachó, Olivia inevitablemente tenía la vista puesta en el redondo trasero de la joven detective sureña, lamentando que ese suéter de lana no la dejase ver más, la mirada periférica de Rollins le permitió darse cuenta, se levantó inmediatamente, dejó los plumones que le cupieron en la mano, se subió el suéter fingiendo ajustarse los pantalones, que de hecho sí se habían desacomodado, y volvió a agacharse dejando su trasero marcado expuesto a la mirada de Olivia se obligó a arrebatar. Todo eso en menos de tres segundos, que Fin pudo detectar a la perfección. Olivia se alejó y Rollins nerviosamente acomodó los plumones en su lugar.

Fin tenía una sonrisa burlona en el rostro que pronto se volvió una risa. — ¿Es real lo que acabo de ver?

Amanda alzó la mirada fingiendo ignorancia. — ¿De qué hablas?

Fin palmeó dos veces sus manos y se levantó de su lugar. — Lo hiciste, — incrédulo — tú lo hiciste. — Caminó dos pasos intencionado con ir a la salida. — Eres peligrosa, Amanda. Me agradas. Te espero afuera, te enseñaré cómo pedir una patrulla en esta jefatura.

Rollins quería excusarse pero no salió nada de su boca, en cambio estaba ruborizada y perpleja.

Horas después.

— Al fin, ¡café! —Munch estaba sirviéndose café.

— Tú siempre te quejas de este café. —Olivia se acercó a servirse también.

— Lo sé, es terrible, pero por lo menos no me cuesta siete dólares como la porquería que venden allá afuera. —Una vez llena su taza, Munch se regresó a su escritorio.

Fin iba acercándose a la barra del café en lo que él se alejaba. El moreno se aseguró de que ni Rollins, ni Amaro estuvieran antes de murmurar algo que solo quería que Olivia escuchara.

— Te vi. —Fin se atravesó delante de Benson para tomar un vaso desechable para servirse café.

— ¿Qué? —La morena lo miró sin pista de lo que se refería.

— Le viste el trasero a mi compañera. Dos veces. —Fin tomó la cafetera y se sirvió. — Y a ella le gustó.

Olivia se quedó con el paquetito de azúcar en los dedos a medio abrir. El moreno se estaba riendo.

— ¿Cuándo vas a comprarte una taza nueva? Desperdicias muchos vasos. Son para los testigos, no para un policía irresponsable. —Estaba ruborizada y molesta de sentirse observada.

Fin tomó un paquete de sustituto de leche. — Te atrapé. —Presumió y se dispuso a ir pero... Olivia lo retuvo.

— Tú cómo... ¿cómo sabes que... —Lo miró a los ojos. — ¿Estás seguro que?

—Fin sonrió y solo asintió levemente. — Le gusta la comida china y el basquetbol... 

Olivia lo soltó, frunció el entrecejo y susurró algo escandalizada. — ¿Yo para qué quiero saber eso?

Fin alzó los hombros. — Solo es por si alguna vez te has preguntado cómo invitarla a salir y no sabes qué hacer...

— Yo nunca...

Fin solo se rio y se alejó lo suficiente para dejar a una Olivia pensativa y mal humorada. 

Alguien Más LlegóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora